miércoles, 30 de mayo de 2012

La pregunta del millón.


Tengo que aclarar algo: ¡¡¡Estudiar o ser egresado de Gastronomía no significa tener una pareja a la carta!!! Digo que estudio gastronomía e inmediatamente me dicen “¿Qué me vas a cocinar?”

Raudamente salta en mi cabeza una voz en off que responde: “Que qué te voy a cocinar? Déjame ver... Partamos por un garrotazo y, de principal, un ojo en su tinta!!!”  No vamos con el sartén al hombro, no llevamos aceite de oliva en vez de perfume y créanme que no somos bellos genios esperando por un nuevo deseo, ese nuevo caprichito a cumplir en sus mesas. Ok, estoy generalizando porque seguramente hay más de alguno que sea así pero, en verdad, que me es llamativo el tema!

Hablaré por mí. Me encanta cocinar, es claramente mi pasión (junto con ver una buena película, acurrucada en buena compañía jojojo) y tiendo, por un defecto que aun no logro corregir, de mimar a las personas que quiero con comida. 
No sé si cuando era pequeña me premiaron mucho con comida o me demostraron afecto con ella pero tengo ese mal. Si sé que a mi pololo le encantan los gnoquis, ahí estoy como santa pelotuda haciendo gnoquis toda una mañana ¡Hasta le preparo el pesto en casa! Si puedo regalonear con la comida lo hago pero es porque ya tengo un vínculo con esa persona ¿Me explico? Quiero hacerlo sentir especial y  lograrlo con un detalle  como preparar un plato es, simplemente, maravilloso. No hay mejor gratificación, para quien cocina, que ver una sonrisa en quien lleva el tenedor a su boca.  Siento que estoy divagando pero seguiré igual...  El asunto es que me molesta que un idiota a quien con suerte le acabo de saber el nombre me lance la pregunta del millón. Ok, seré franca, me molesta hasta que un tipo con el cual no tengo un vínculo muy cercano  -Ni si quiera una habitualidad de trato aunque sea por facebook- me la lance. ¿Por qué tengo que cocinarle siempre al resto, ah? Ah!!! Ah???

¿Quién me cocina a mí?

Un consejo para los que quieran conquistar a alguien del área gastronómica: Si desean conquistarlo/a, cocínenle. No pidan que les cocinen, háganlo ustedes aunque dejen la carne como suela de zapato, sirvan una mazamorra de pasta y compren helado de postre. Estamos acostumbrados a cocinar para otros pero no a que nos cocinen y eso si que los hace ganar puntos. Luego de ello verán que no tendrán que pedir que les cocinen porque ese detallito dará pie a otro detallito de vuelta. ¡Nos sorprenderán! Y entre detallito y detallito se arma la mesa… O se levanta rápidamente... ¿No?

miércoles, 23 de mayo de 2012

Cruz de la Suerte.


Debería ir a dormir pero no puedo. Acabo de terminar los pedidos de mañana y me siento impregnada a vainilla y chocolate mientras bebo un té y contemplo la pantalla.

No he escrito porque literalmente, solo he corrido. Fueron dos semanas del terror, llenas de pruebas, pedidos, de estrés, risas nerviosas y una buena cuota de lágrimas -cortesía de mi prueba adorable de nutrición-.  Ese día de la prueba en cuestión, tuve 3 en total: Tecnología de cocina y pastelería II a las 13:45, nutrición a las 15:15 y francés a las 17:00.  Una delicia de maratón. La verdad de las cosas es que tecnología no me urgía tanto; un par de leídas y para más no daba el tema pero nutrición… ufff!!! Qué diablos hago yo con 90 páginas de “blablablabla aminoácidos, blablablabla proteínas, blablablabla fibra dietética?” Una semana completa estudiando esas 90 páginas!  Rendí la prueba de tecnología en 10 minutos (esta vez me acordé de ir formal jeje) y salí al patio tiritona con los apuntes de nutrición en mi mano izquierda y mis dedos de la mano derecha incrustando mi cruz de la suerte en la palma de la mano. Alguna vez les contaré la historia de mi cruz pero he de confesar que no se despega de mi, hasta cuando estoy en taller de pastelería o cocina donde no debemos usar accesorios, mi cruz descansa en el bolsillo izquierdo de la chaqueta haciéndome sentir protegida.

Sale Manuel al rato de tecnología y me dice que tenía dudas con algunas justificaciones de falsas “¿Había que justificar el ítem de verdadero y falso?????!!!” Oh oooh. Ni lo ví! Holy crap! Un amigo imaginario susurró que esto solo comenzaba…!!!

Maldita prueba de nutrición que me tenía con parkinson. No quería darla, me negaba rotundamente a ello. Manuel intentó calmarme pero yo ya solo reía nerviosa y cambiaba a seria-me-estoy-sentando-en-la-pica-porque-no-sé-nada. Mal. En eso veo pasar a la profe de nutrición en el patio y sé que la llamé. Ella se sentó junto a mí y empecé a disparar dudas. En ese atropello de frases (que sé que sonaban bastante inconexas) me reía en cortocircuito. Entre los dos intentaron calmarme pero yo ya estaba en etapa de hiperventilación! Anticipaba el fracaso, prácticamente lo olía en el aire!!! Así como dicen que los perritos huelen el miedo. Yo tenía un nuevo super don!!!

Me senté en primera fila en nutrición y recibí la prueba. Jamás reviso las pruebas completas antes de responder porque, si hay algo que no sé, me pone neura. Aferré mi cruz de la suerte, di una última plegaria roedora y empecé a contestar. “Esta no la sé, esta no estoy segura, ¿Cuándo vimos esto?!!!” se repetía en mi cabeza como un vals donde todos me miraban mientras yo intentaba recordar los pasos. No sabía. No recordaba haber leído nada de eso ¡Horror! ¿¿¿Esta es mi sección, cierto?

Un alumno le entregó la prueba a los 15 minutos diciéndole a la profesora que era imposible mentir. ¿Mentir? ¡¡¡Si para mentir necesito una base de verdad y yo no sabía a esas alturas ni como me llamaba en sus 8 páginas de preguntas!!!

La entregué con el llanto en la garganta. “Siempre digna” susurró una voz en mi cabeza y llamé a Manuel para saber dónde estaba en cuanto salí al pasillo. Necesitaba un abrazo, un “todo va a estar bien, no te preocupes”. Llegué hasta él que se encontraba con Lore y Nico y sé que traté de explicarles lo mal que me había ido… solo quería llorar, esa estúpida sensación de nudo en la garganta y pasaba a la risa histérica cuando me imaginaba a mi misma intentando contestar, como si me viese en una película, con las orejas de burro creciendo entre un enorme signo de interrogación. No hubo abrazo. No estaba mi mamá… Mamá!!! Me senté en una escalerita a llamarla y, en cuanto oí su voz las lágrimas emergieron como un desborde de represa. Algo tienen las mamás que siempre calman, no importa la distancia, no importa la situación. Hablé con ella incrustándome mi cruz de la suerte como si en ello se me fuera la vida. Intentó calmarme diciéndome que aun quedaban más pruebas y yo más lloraba. Cuando preguntó cuánto valía la prueba poseída y le respondí un 40% solo dijo “chuta!” con voz grave en incredible sorround. Si, ya estaba todo hecho. Que más daba. Si me sacaba un rojo sangiento tenía un 40% por ciento de vale otro.  Estaba de lo mejor retorciéndome en mi miseria cuando Lorena me regala un rocklet naranjo, mis favoritos! “Ok, Claudia, no más! Ya se acabó, límpiate las lágrimas y fin” me dije intentando adoptar un rol de mujer madura. En eso, cuando ya respiraba más tranquila, recuerdo que tenía a continuación la prueba de francés para la cual ¡Ni si quiera había tenido tiempo de abrir el cuaderno! Adiós 6,8 de mi primera prueba, bienvenido 4,0…con suerte!  Agggghhhhhhttttt! Me arrastré a la prueba de francés pidiendo un temblor, un insólito tsunami en Santiago, algo ¡Algoooo! Pero nada. Di otra prueba con orejas de burro y, esta vez, ya llorando de frentón. Idiota, eh? Y no, no estaba en mis días! Típico que hay un pelotudo que piensa que la tontera es hormonal. Es difícil de explicarlo pero no vine a jugar a gastronomía. No vine porque no me de la cabeza para otra cosa o porque no quedé en nada más. Vine porque me apasiona, porque es lo que me hace vibrar y quiero esforzarme por ser la mejor. No me conformo con un 4,0 ni con un 5,0. De 6,0 para arriba y estamos hablando. Nutrición me partió en dos y lo que más rabia me daba es que había sacrificado francés por estudiar para esa prueba y finalmente, había fallado en los dos ramos. Me fallé a mí misma. Cuento corto, me fui en metro a casa, nuevamente con el nudo en la garganta hasta llegar a la estación donde debía bajarme en la cual  llamé a mamá de nuevo. Mas llanto, dos guardias mirándome sospechosamente a mi lado con cara de hipo, 20 minutos más tarde y otro llamado a Aly me calmaron totalmente. Etapa de resignación. Costó pero llegó. ¿Qué mas sacaba con llorar? Ya había derramado toda mi pena.

El viernes pasado me entregaron mi nota de nutrición y cuando vi que era un 4,5 se me doblaron las piernas de los nervios .Salvé justo, con garras y dientes aferrándome a un paupérrimo 4,5 que a mí me sonó celestial. No era lo mejor pero al menos no era un rojo sangriento como la mayoría de mis compañeros. Al menos Manuel me dio la razón de que la porquería no estaba fácil (Y no quede como mina mega exagerada). Ja! Creo que no sirvo para este ramo pero le daré la pelea porque no pretendo hacerlo de nuevo. De solo pensarlo se me revuelve la pancita y los aminoácidos se ríen maliciosamente de mí cuando digo esto.

Hoy me enteré que tengo un 6,1 en tecnología (la primera prueba que di ese viernes nefasto donde olvidé justificar las falsas) y en francés, la última de mis pruebas, un 6,0. Digan lo que digan, creo en Los de Arriba porque ese viernes del terror, cuidaron mi sueño. Realmente me cuidaron así que GRACIAS!!!. A esforzarme aun más en esto para no aumentar la pega de mi ángel de la guarda y para que mi cruz de la suerte no termine incrustada, una vez más, en la palma de mi mano.

Bonne nuit!!!

martes, 8 de mayo de 2012

Aroma sexy.


Aquí estoy, reportándome. Escribiendo un ratito mientras horneo unos deliciosos Cinnamon rolls junto a Ray Charles con su Rhythm & Blues. Soy una fiel creyente de que cocinar con buena energía se transmite y no se me ocurre nada mejor para transformar a mis diablitos de canela y nueces en algo, simplemente, tentador para quien los muerda.

Así que con un latte, frente al laptop mientras espero ansiosa que emerja ese aroma extasiante desde el horno. Me levanté temprano aunque reconozco que hoy me costó salir de la cama. Me acosté cerca de las dos a.m. terminando lo de nutrición (¿Qué? Acaso creían que gastronomía es solo pica-saltea? )y la muy cínica había puesto el despertador a las seis para comenzar a trabajar en el día que había calificado de “vacaciones”; hoy me sacan la muela del juicio en la tarde y había suspendido todos los pedidos sin embargo, una compañera de colegio lleva tanto tiempo intentando encargarme cinnamon rolls que no pude decir que no. Paracetamol de desayuno, Ray Charles para bailar sola en la cocina mientras espolvoreo la canela. No sé ustedes pero a mí el aroma a canela me reconforta, es simplemente amor en el aire!!!. Tal vez sea porque inmediatamente lo asocio a que viene algo dulce, a niñez… aunque hasta donde recuerdo, mi mamá no era ni es actualmente muy fan de ella… ¿Tal vez de mi abuelita? no sé. Pero ahora que el aroma ya llega a mi nariz y me deleito con él anticipando lo que viene.

Tal vez mi futura casa solo debería oler a canela… Mmmm ¡Manzana canela! ¿Qué aromas los trasladan? ¿Qué aromas simplemente son felicidad en el aire para ustedes? Sería interesante saber sus comentarios.

Les dejo la pregunta ya que mis cinnamon rolls huelen a listos. Ahora el glaseado y eso es todo. La vida es muy dulce!