martes, 19 de marzo de 2013

Primera semana de clases. Recuento.


De vuelta! Ya he cumplido la primera semana de clases y debo decir que se viene rudo!!!

 Estoy bastante feliz con mi elección de profesores este semestre (estoy adelantando tres ramos mas así que es importante que los profes me agraden si voy a pasar más tiempo en la universidad jiji). Tenía miedo con uno en particular cuya fama le antecede como “sepulturero” pero, tras su primera clase, creo que escogí bien y esto lo digo a sabiendas que existe una gran probabilidad de que me repruebe. 
No sé si será por mi experiencia en el restaurant en el que trabajé con un profesor cuyos alumnos en su mayoría lo odiaban, que comprendí las ventajas que tiene trabajar para un grande. Todo el que me conoce sabe que al principio me agarraba la cabeza y me tiraba los pelos pensando cómo hacer las cosas bien para que él las aprobara. Me costó aprender sus técnicas, el refinamiento que él tenía en cada preparación… me costó aprender a pensar fuera de mí y ponerme en sus metas pero, con el tiempo, creo que  me acerqué en algo a sus aspiraciones. Me corregía cada preparación… miraba mis apuntes y, con la cuchara en mano, me re corregía los gramajes y repasaba conmigo el paso a paso. Lloré al principio encerrada en el baño más de una vez (única mujer en la cocina no podía llorar en público! Estoica y sin mostrar debilidad)  hasta que un día empezó a decir que estaba bien. ¡Estaba bien! Me sentía una diosa!!! OK, tampoco es que tenga una basta experiencia en el tema pero los docentes brillantes presentan mayores desafíos y de alguna manera te fuerzan a llegar a nuevos límites; te sorprendes a ti mismo al ver que lograste cruzar y llegar aun mas lejos de lo que tu mismo te habías planteado.  Volviendo a mi profesor actual al que los alumnos llaman “Sepultura”,  el tipo sabe lo que hace. Percibí eso aun antes de que se presentara. Lo llené de preguntas la primera clase y supo responder cada una de ellas, ilustrando cada punto con algo más de su experiencia.
 La segunda clase con él -en la cual ya tuvimos que poner manos a la obra-  fue un desastre! Dividieron al curso en tres grupos para trabajar en cuarto caliente (todos los platos calientes), cuarto frío (appetizer y entradas) y pastelería (postres!) ahí estaba yo. Para que se hagan una idea, esa sala de clases es la simulación perfecta de un restaurant. Se atienden entre veinte a treinta personas que hacen el rol de clientes y somos los alumnos los encargados de alimentarlos elevando el nombre de la Universidad. No tenía tanto miedo a meter las patas ya que después de los insultos y humillaciones que recibí en derecho de parte de mis profesores y de jueces, en verdad difícilmente alguien podrá superarlo. Lo que temía era no dar la talla; más que nada porque tengo una lesión en el hombro y codo producto de la comprobación de la gravedad abrupta en patines que me impide ejecutar simples movimientos como estirar el brazo, llevar el tenedor a la boca, subir o bajarme los jeans… comprenderán que cocinar con un brazo así es nefasto!. Mi matasanos dijo que debería intentar no mover el brazo por un buen tiempo pero no quería quedar como floja! Siendo profesora, si veo que un alumno se cruza de brazos, inmediatamente lo tacharía de inútil. ¿Qué hice? En vista a que no puedo acelerar el proceso natural de cura de tendones, solo me queda apalear el dolor. Tramadol en gotitas y pude realizar medianamente bien todo… solo bastaron tres dosis en ocho horas pero fue solo un detalle. Mareada como trompo, mi cuarto logró sacar los platos.

 ¿Qué pasó mientras sacábamos los últimos platos para las mesas en el restaurant? 

Escuchamos al profesor hablando con los chicos de los otros dos cuartos que ya habían sacado sus platos. Claramente estaba enojado. No recuerdo haberlo oído gritar. Solo un tono áspero que a veces duele más que los gritos. Cuando acabamos la limpieza de los diferentes cuartos, pasamos al salón y nos dio una charla sobre nuestro rendimiento. El punto que yo temía: en líneas generales, no dimos la talla. Preferiría que me gritaran a sentir que decepciono. Me aguanté las lágrimas de frustración. Me había dopado toda la mañana, corrí con las chicas armándolo todo lo mejor posible, cuidando los detalles, manteniendo la higiene, moví mi brazo llevando cosas,  batiendo, salseando, tironeando refrigeradores y hornos que se empeñan a no abrir a la primera sin algo de fuerza…hasta acarrié platos desde el subterráneo con las lágrimas corriendo por el cuello y nada había sido suficiente. Hizo puré a los chicos de cuarto caliente, criticó al parrillero de manera brutal. Yo no vi el desempeño del pobre diablo que estaba de parrillero pero, por como el profesor lo describía, parece que no sabía ni donde estaba parado. Supongo que estaba tan cabreado con él que describió su mal desempeño frente al grupo para abrirle los ojos a ver si se empeña en mejorar para la próxima o, si el alumno decide dejar de ser un dolor de cabeza para él y se retira del ramo. Después siguió con los chicos de cuarto frío criticando la falta de orden en ejecución de las tareas, falta de voz de mando, falta de proactividad y carencia absoluta de iniciativa a la hora del montaje (preparar el plato con todos los productos terminados para el cliente… básicamente es la presentación final del plato). Solo pasé una vez por ahí cuando salían los platos de cuarto frio y pude ver al profesor vuelto mono con una hilera de platos salseando…luego volví a mi puesto ya que tenía cosas que hacer así que no sé si mis compañeros hicieron los otros platos o los montó el profesor. Dijo que había que mejorar y retó a un compañero por dormirse. Siguió enfatizando lo malo y nos dio la posibilidad de refutar sus apreciaciones pero yo qué iba a decir? La pastelería está alejada de los otros dos cuartos así que no vi el trabajo de mis compañeros… tampoco mencionó mucho el trabajo de la pastelería así que el reto parecía apuntar mas a los otros cuartos… silencio total en el salón y yo solo atiné a sacar mis gotitas mágicas y tomar una nueva dosis para calmar las agujas palpitantes de mi hombro. Para acortarles el relato, nos despacho al cabo de un buen rato. Yo no me levanté de mi silla… mi alma masoquista necesitaba saber cuántas cosas malas había hecho y cómo debía mejorarlas. Quedando el salón vacío y solo con las chicas de pastelería, el profesor se relajó un poco y dijo que si bien el trabajo nuestro no había sido perfecto, tampoco había estado malo… más bien nos calificó entre un 60% a 70%. Me alegró saber que consideraba que resalté en iniciativa ante sus ojos y la gran crítica que tuvo hacia uno de mis platos era menor tiempo de cocción al crème brûlée. Eso lo puedo corregir. Aun así, arrastré mis pies al patio y me quedé con un orificio en el estómago. Tomando una coca zero con una de mis partner, llegó un amigo de ella diciendo que había un grupo de hombres en el camarín llorando sus penas por lo que había ocurrido en el restaurant. No me asombró ni un poco… si yo hubiese sido el alumno parrillero me estaría cuestionando seriamente si seguir o no en la carrera.

Manejé muy lento a casa pensando seriamente en parar en alguna calle hasta que se me pasara esa extraña sensación de piernas y brazos adormecidos. Si llegué viva fue por mi ángel de la guarda y algún favor que me hizo algún santo amante de la buena mesa. Caí en coma en mi cama… creo que me dolía hasta el alma.

 No me gusta rendir menos de un 100%... no me gustó que su apreciación de todo el grupo de alumnos, en total, sea mediocre. Me gustaría pensar que eso se revertirá pero sé que a la mitad de mis compañeros les importa un pepino el discurso que nos dio y, mucho menos, les importa mejorar. Va a estar rudo mis días lunes si el grupo no se pone las pilas… en verdad, solo ruego que mi hombro sane lo antes posible para no andar grogui cocinando invocando un accidente.


Ahora que lo pienso…creo que he tenido en general muy buena suerte con mis profesores. Desde mi profesor de cocina el primer semestre que me hizo creer en mi con una simple frase tras una prueba con el que tomé nuevamente ahora tecnología. Probablemente ni sabe lo importante que él es para mí durante todos estos semestres pero me dio un pilar al que me he aferrado cada vez que he tenido un día difícil…con mi profesor de casino que, sin quererlo, mi enseñó mas de cómo se desenvuelve un cocinero en la cocina que propiamente tal de las preparaciones de alimentación colectiva. Con mi profesora de inglés que es todo un personaje y que por lástima, no subió este semestre por lo que tuve que tomar con un nuevo profesor que promete ser toda una aventura… Tomé administrativo con un profesor que tiene sonrisa maliciosa cada vez que habla de las evaluaciones; me cae bien, parece tener humor negro. “Compras y abastecimientos” con un profesor con el que esperaba tomar hace un año! Es un hombre tan afable e inteligente que cada vez que me veía en el pasillo se detenía unos minutos a hablar conmigo. Creo que es coordinador del área hotelera por lo que no le sobra el tiempo así que valoraba cada vez que cruzábamos unas líneas…  tenía que tomar una clase con él! solo espero no dar jugo por tomar ese ramo  adelantando y no tener todos los conocimientos necesarios.
Tomé francés con mi encantadora profesora de siempre que me hace sufrir en sus clases auspiciadas por bebidas energéticas pero que me fuerza a estudiar bastante.  Como me cae bien, tampoco quiero decepcionarla y sacar menos de seis. Debe ser frustrante para un profesor dar lo mejor de si en sus clases y que sus alumnos saquen malas notas… ¿Qué otro ramo tengo? Economía. Dolor de cabeza en cada letra. Yo que no sumo ni para atrás sé que tendré que dedicarle tiempo al ramito ese aunque la profesora se ve bien entretenida y dispuesta a resolver todo tipo de dudas. Eso me tranquiliza mucho porque sé que la llenaré de preguntas;  ella aun no sabe el infierno por la que la haré pasar!. Mi profesora de pastelería sigue siendo la misma del semestre pasado, con su forma intrépida de pasar contenidos, sonriendo de costado cuando muestra algo complicado (indicador de que si lo evaluará en la siguiente prueba) y emanando esa extraña y escasa buena vibra desde el primer segundo de la mañana en que la veo aparecer muy temprano con su mug de té. Creo que con eso hago la reseña completa de mis apreciaciones de primera semana… sigo dopándome, el paracetamol me los tomo como tic-tac, mi auto está lleno de moldes de cartón para hacer figuras para restaurant… cuchillos nuevos por si algún profesor considera que al que uso siempre le falta filo, tiene cotillón de matrimonio y el portamaletas con patines (que aun no saco para hacerme la idea que me volveré a subir a ellos!). Aun no logro escribir bien con un lápiz pero cuento con que podré tomar mejores apuntes la próxima semana.

Quiero partir en un gimnasio aunque odio las rutinas ya que he descartado completamente volverme anoréxica y quiero bajar de peso… Qué más? No les haré el recuento de las vacaciones ni les dibujaré que hice en ellas. Solo puedo decir que estuvieron muy buenas, con hartas salidas, bien leídas y descansadas: renuncié al restaurant donde trabajaba (sigo extrañando a mis jefes y al equipo de trabajo, snif!)  y terminé con mi pololo; Supongo que a lo penúltimo mencionado lo retomaré en otro escrito y, respecto a lo último, no merece ni que dedique tiempo escribiendo al respecto. En fin…creo que esto se alargó más de la cuenta pero estoy con las pilas puestas y esperando que mi brazo mejore para darle con todo!!! Tengo una buena idea rondando de dónde quiero trabajar el segundo semestre así que requiero que todo salga bien. El que la sigue la consigue, no?