sábado, 7 de marzo de 2015

Crema de avellanas y Chocolate.

Hoy intenté dormir siesta pero lo único que tenía en mente era: Nutella.

Los que han venido a mi casa alguna vez saben que vivo lejos. Lo suficiente para que me de lata ir al supermercado. El otro punto en contra que también había leído es que esta deleitable pasta de avellanas tenía de todo menos algo sano y ni hablar del nivel de grasas y aceites hidrogenados que uno saborea con éxtasis en una cucharita. No lo voy a negar ¡Me encanta la nutella!

Y estaba ahí dándole vueltas en mi cama con una receta vegana en la cabezota. Había comprado las avellanas y tenía cacao amargo en polvo…era solo intentarlo. En el peor de los casos sería una perdidas de adorables avellanas. La receta que ocupé esta en el libro El Veganomicón pero por dos mini chascarros me vi en la necesidad de modificarla así que aquí van los ingredientes:

-        150 gr. De avellanas tostadas peladas (No arrugen la nariz! Se consiguen listas en cualquier tienda naturista. Mi proveedor oficial es la tienda La Raíz)
-        60 gr. De cacao amargo en polvo (yo ocupé Copacabana)
-        150 gr. De azúcar flor.
-        80 ml de aceite de maravillas. (La receta original decía 120 a 150 mínimo y sumando hasta obtener la pasta con la suavidad deseada)
-        6 cucharadas llenitas de leche de soya en polvo (La receta original decía solo dos. También la coseguí a precio económico en La Raíz.)
-        Esencia de vainilla (puse unas dos cucharadas aprox)
-        Agua (ya verán cuanto…!)
-        Unas 2 cucharadas de Frangelico (Yo no tenía así que lo modifiqué por amaretto)

      Pues bien, necesitarán una 1,2,3. Ya saben, estas maquinitas que muelen al contacto. Si las de ustedes esta media muerta ni intenten jugar con esta receta que le fundirán el motor. El primer desafío fueron las avellanas. Yo las había comprado tostadas y la receta además decía peladas. No todas venían muy peladas así que me senté cual abuelita a pasar sobre las que aun tenían algo de cáscara, un paño frotándolas con cara de pocos amigos. Si ven la foto a continuación verán que no fui muy prolija en mi trabajo.



Luego de eso viene la parte entretenida: Todas en la máquina y a molerlas hasta que se forme una pasta. No paren cuando esta ya media polvillo. El roce de las aspas sobre las avellanas activará los aceites naturales de esta semilla y verán que, de tanto muele que muele, se formará una pasta. ¡Muy bien! Me dije inocentemente mirando mi libro. Hasta aquí todo de maravillas.



Luego, incorporé la azúcar flor pero a mí me pareció excesivo tanta azúcar así que la rebajé 30 gr. Pensando también que, si le hacía falta más, se le agregaba y listo. Incorporé junto con el azúcar el amaretto, la esencia de vainilla, el cacao amargo en polvo y las dos cucharadas de leche en polvo de soya.


Y fue entonces que me empezó a quedar la pelotera.

Mi maquinita empezó a pedir a gritos que le sacara parte de la mezcla porque era exceso de trabajo. Así que tuve que vaciar todo en un bowl y mezclar con una cuchara hasta que fui devolviendo en dos tandas a la 1, 2, 3 para incorporar el aceite de maravillas. Ya había decidido de antemano que mi rica pasta de avellanas y chocolates no tendría tamaña cantidad de aceite  Me negaba con todo mi ser.  Me puse de tope 80 ml de aceite. Ya adivinaran mi siguiente chascarro: ¡¡¡No quedaba como pasta!!! Era mas parecido a una masa de chocolate y avellanas sin esa suavidad característica.

Me di vueltas en la cocina. No… no iba a transar en el aceite. Era demasiado!
Tenía aceite de coco que también podría agregar pero era casi lo mismo.

Así que me acerqué a la máquina, y agregué dos cucharadas mas de leche de soya en polvo, un poco de agua y un poco de esta masa de avellanas y chocolate. En menos de un minuto obtuve esa pastosidad y suavidad que buscaba.

¡Eureka!

El truco para ahorrar tanto aceite para mi fue incorporar otras dos cucharadas mas de leche de soya en polvo a lo que me quedaba de mezcla, un poco de agua y pasar todo por la 1, 2, 3 una vez mas y listo. Asunto resuelto!



¿Qué les puede decir? Es una receta simple y super fácil si no tardan como yo en dilucidar como reemplazar ingredientes para salir del entuerto. Es la primera vez que me atrevo con una de estas recetas y quede muy feliz. Se siente mucho mas el sabor de las avellanas y el chocolate que la marca tradicional y no queda la lengua tan pastosa. En todo sentido, un éxito. Plenamente conforme con mi nuevo descubrimiento.
Imagino que debe durar una semana en el refrigerador en óptimas condiciones. No sé si esté tanto tiempo en el mio pero ya tengo algo dulce que cucharear cuando me baje la desesperación por chocolate. Estoy full comida sana y gym pero no dejo el chocolate. No se transa.

Así que espero que pongan manos a la obra por esta pasta de avellanas y chocolates, más sana. La harán en casa y sabrán exactamente qué contiene, sin nada extraño, sin esos tóxicos elementos que finalmente nos terminan dañando ¿No es maravilloso? A tope siguiendo estos pasos se demorarán unos 20 minutos.

Quedo atenta a sus consultas.


Los quiero!

jueves, 5 de marzo de 2015

Receta de Jugo de Luz.

El Jugo de Luz lo he visto con múltiples ingredientes. Eso por si desconfían y lo buscan en internet  (es lo que usualmente hago yo cuando algo luce sospechoso y francamente, desconocido) pero mi jugo de luz tiene una historia y realmente la recuerdo con cariño.

En mi primera práctica gastronómica trabajé en un restaurant que se ganó todo mi corazón. En él, se les ocurrió hacer una mini huerta para obtener hierbas aromáticas principalmente mas frescas. A raíz de eso, los dueños se metieron de cabeza a investigar el tema y bueno, de otro lado se conjugó una corriente de alimentación mas saludable que dio paso a mini cursos de germinados y otros temas interesantísimos en el restaurant.
Un día recuerdo que me doy una vueltecita a cuarto caliente y veo a uno de mis jefes-profes batir una sustancia verde en la juguera. No era un verde opaco ¡Era radioactivo! Y ahí mi primer encuentro con el Jugo de Luz. Siempre preguntona me comenzó a explicar que lo que realizaba era un batido con dos manzanas verdes, un puñado de espinacas, germinado de trigo, agua y azúcar.

¿Qué tipo de batido es ese?

Él, muy deportista y un estudioso del tipo de los que me saco el sombrero, me contó que era un jugo que, por su alto nivel de clorofila, aportaba bastante oxígeno y vitaminas a la sangre y que era ideal para partir la mañana llenos de energía, especialmente para deportistas y niños en etapa escolar (… ¿Cómo lograr que un niño se beba esto? Le diría que es un jugo marciano o un jugo de Hulk!)  Que aparte te ayudaba a andar mas despierto, mejoraba la digestión.

El nombre básicamente fue dado por la clorofila y su asociación con hacer fotosíntesis, por la vida y ese despertar de la fuerza vital.

 Creo que yo seguía con cara de interrogación y escepticismo al ver la molienda verdosa dar vueltas en la juguera. En eso vi este trigo germinado y le pregunté como lo hacía. Me contó que debía comprar un trigo no irradiado, no de esos del super sino idealmente de una tostaduría (a mi me a funcionado bien el de la Tostaduría de Talca) porque los del super no brotan. Entonces lo dejas remojando toda una noche en agua y al día siguiente, le retiras el exceso de ésta. Al cabo de unos dos días verán que tiene brotes; empieza a germinar. Es entonces cuando ya podemos empezar a preparar todo en la batidora: dos manzanas verdes (yo las lanzo con cáscara y todo), unas dos a tres cucharadas de trigo germinado, unos tres vasos de agua muy fría, un buen puñado de espinacas y, en vez de azúcar, le incorporo endulzante –pero ahí ya es gusto de cada cual-. Lo bates hasta que todo está muy molido y luego pasas la mezcla por un colador. Obtendrán este increíble líquido verde intenso.



A mi me da mejor resultado en ayunas. De hecho varias veces me han visto en la U acarreando una botella gigante de este jugo que me voy tomando durante la mañana. Me gusta, no se siente casi nada la espinaca, al paladar sientes más el jugo de las manzanas.

He visto otras recetas que en vez de trigo germinado ocupan almendras; unas 8 a 10 almendras. La verdad no sé cual es mejor o peor, a mi me gusta pensar que parte de ese despertar, de esa fuerza de vida que tiene el trigo se traspasa a mi organismo. Sé que esperar dos días no es muy grato en una sociedad en que todo lo queremos aquí y ahora pero si mantienes un flujo constante con dos frascos cada dos días ni notas el show. Tampoco requiere mucho tiempo en la licuadora y, de verdad, como opción de desayuno es buenísima. También he visto recetas que incluyen pepino o piña pero supongo que la base, si o si, es que tenga alguna hoja rica en clorofila. Como experiencia, una vez se me acabó la espinaca y lo preparé con acelga. No me gustó ni un poquito.

Les recomendaría partir por la receta que me enseñaron a mí. Si  a esa base le desean agregar piña –que es genial para el desayuno-, frambuesas o arándanos, ya van teniendo buenas variaciones para salir de la rutina. Bien helado es lo mejor!!!

Ahí me cuentan si lo hacen.


Los quiero!

miércoles, 4 de marzo de 2015

¡Receta de Polenta Cremosa!

¿Ya tienen las palomitas y un lugar cómodo donde leer esta historia-receta? Porque de verdad hoy creía que había tomado todos los resguardos para evitar chascarros pero nuevamente Dios, Buda y Satán hicieron de las suyas. Para los efectos de esta historia, mi día partirá cuando llego del gym muerta de hambre a casa. Literalmente arrastrando los colmillos, con sonajera en el estómago y cara de pocos amigos. Esa clase de hambre. Ya había decidido hacer un plato de Polenta Cremosa con verduritas salteadas. Era una idea simple, vegana, sin mayores pretenciones. Para realizar la polenta cremosa había comprado una leche de soya que me re juro de guata la vendedora que era sin azúcar.

¿Ya anticipan el desastre?
La abro, la pruebo y taraaaaan, tenía azúcar.

 ¡Me lleva el diablo!

Y ahí nuevamente me fui rabiosa a la alacena y la abrí esperando iluminación divina. Solo tenía leche de coco, leche blanca descremada y leche con chocolate. Dicen que el animal que evoluciona es el que se adapta y ya en la cocina ando de camaleón. “Ya no será una polenta cremosa vegana sino vegetariana” me dije rabiosa en voz alta arrancando dos cajitas de 200 ml cada una de leche blanca. No se rían. De verdad que estaba tostada con la vendedora.

Y conmigo por no haber leído la etiqueta.

Así que en medio del cambio de planes les iré relatando como fui armando el cuento.

Vegetales salteados (para dos personas):

-        Aceite de oliva a gusto.
-        Una zanahoria cortada en bastones.
-        Un zapallo italiano cortado en bastones.
-        Un cebollin
-        Un diente de ajo.
-        Un cuarto de pimenton verde cortado en bastones.
-        Un cuarto de pimenton rojo cortado en bastones.
-        Sal
-        Pimienta.

Pues esta parte no puede ser más simple: Un wok a fuego, sin aceite ni nada, esperé que se caliente y mucho. En tanto el wok se calentaba, corté las verduras y lo siguiente que hice es rociar algo de aceite de olivas en el wok e incorporar los ingredientes de la mano de la sal y pimienta. No cometan el error de re-cocinarlos. No es la idea. Queremos que estén algo crocantes para que den contraste con la polenta. Reservé hasta el momento de servir el plato o, como decimos los cocineros, reservé hasta el montaje del plato.

Para la Polenta Cremosa:

-        ¾ tazas de polenta tradicional (Segundo imprevisto del día: Compré la polenta tradicional en vez de la instantánea… ya sabrán que conlleva esto)
-        400 ml de leche blanca (yo ocupé descremada pero inicialmente la idea era jugar para probar la de soya. Gracias vendedora!!!)
-        Agua hirviendo. Cuánto? No sé a ciencia cierta pero ya lo averiguarán ustedes cuando la preparen muajajaja!
-        Hierbas frescas: Orégano, tomillo, laurel, ramita de apio y cilantro.
-        Sal
-        Pimienta.
-        Unos  15 gr de mantequilla (si la hacen vegana esto no corre)

Puse en una olla la leche con las hierbas aromáticas. Sin temor, solo vertí esas hierbas que me gustan en la leche para que, al empezar a tomar temperatura, se produjera una  deliciosa y aromática infusión. Asi obtendría una polenta de pelouuus.
Cuando la leche comenzó a hervir, retiré las hierbas aromáticas y lentamente (esta parte es muy importante) y en forma de lluvia, incorporé la polenta a la olla de la leche. ¿Qué es esa siutiquería de “en forma de lluvia”? Lo que en Chile conocemos como “espolvorear” creo que se hacerca bastante. Si incorporan la polenta de golpe sobre la leche se armaran unos grumos tan espantosos que no se la querrán comer. Sin parar de revolver la olla con mi cuchara de palo, incorporé la polenta lentamente y en forma de lluvia. Hasta ahí, muy parecido a lo que recordaba, había hecho en la universidad y en un restaurant donde trabajé hace años también.

Lo que vino, no me lo esperaba tampoco. Imagínense, ahí estaba yo, con mis colmillos hambrientos post gym revolviendo mi polenta y ésta no comenzaba a tomar nada nada de cremosidad y estaba dura. ¿Qué sucedía? En la U se realizaba de inmediato. De hecho recordaba que por ningún motivo debía dejar de revolver porque se pegaría en la olla. Y ahí me cae el odioso tejazo de que este hermoso paquetito no era polenta instantánea. Era de la de la abuelita. ¿Qué digo? Pre colombina total y yo la muy idiota que quería almorzar en menos de 30 minutos ¡Ja!
Me quedé ahí. Eramos solo mi olla de polenta tradicional y yo. Solo las dos. No les mentiré…la idea es que vayamos aprendiendo, no? Revolví mucho.

Revolví hasta que se me acalambraba una mano y seguía con la otra.

Revolví por mas de dos horas. Y si, parece lava a veces... si la dejas quieta comienza a hacer burbujas que explotan y queman como lava asi que nunca nunca dejar de revolver!

Rían a destajo. De verdad, porque con el hambre que tenía yo me hubiese comido la polenta media cruda pero le quería dar al Gato este mismo plato acompañado de unos trozos de pollo a la plancha y no podía quedar mal su primera vez.  Vi mi vida pasar frente a mis ojos. Es que ¡imagínense! Entre que revolvía, descongelé y preparé el pollo a la plancha y hasta se me ocurrió hacer una salsa de tomates naturales para el plato ya que tenía dos en el refri realmente maduros ( Aceite de olivas en una sartén. Un cebollin –solo la parte blanca- un diente de ajo: Saltear. Incorporar los dos tomates cortados en cuadritos pequeños (en casa desde antaño nunca le hemos quitado las pepitas pero está en ustedes tomar la decisión) laurel, orégano fresco. Cocinar a fuego lento, incorporar sal y pimienta y una pizca de azúcar para la acidez. Cuando este lista, ya saben reservar)

Así de aburrida estaba preparando mi polenta que alcance a preparar el pollo y la salsa de tomates. La cosa es que eventualmente, entre tantas revueltas se empezó a apretar la polenta (estaba ya mas espesa) pero el probarla se seguían sintiendo los granitos. Y yo no quería sentir ni un grano. Así que se me ocurrió incorporar cada cierto rato un poco de agua hirviendo aromatizada con hierbas para ir mejorando la cocción. Ya había leído que probablemente me demoraría una hora en tener el plato listo pero fue una vil y sucia mentira!!! Estuve revolviendo desde las 12 del día aproximadamente hasta las 14:00 y pasado diría yo. Cada vez que comenzaba a espesar, incorporaba un poco mas de agua y revolví hasta que empecé a notar que ya no habían casi granitos en la mezcla. Mágicamente – No boluda, no fue mágicamente ¡¡¡¡¡¡¡Fue de tanto revolver y tantas horas de cocción!!!!!!!- la polenta se volvió una cremosa mezcla homogénea. ¿Hasta cuando revolver? Hasta que se les caiga el brazo.

¡Broma!

El primer indicio es como les mencione, que no se sienten los granitos de polenta en el paladar. Cuando eso suceda, ya no incorporen mas agua. El segundo indicio y siempre, siempre sin parar de revolver,  la polenta empieza a despegarse de los bordes de la olla y, al revolver, logran ver el fondo de la olla. Es entonces cuando empecé a dar saltos de felicidad y  agregué unos cuadraditos de mantequilla fría para aportar algo más de sabor y brillo. Luego, monté el plato (Recuerden calentarlo un poco, eh?) Entonces, va la  polenta, luego la salsa de tomates (también recomiento calentarla un poco), luego los vegetales salteados (otra pasada rápida por el wok no les hara daño), luego coloque dos trozos de pollo (opcional para quien quiera) pero algo le faltaba al plato… Rayé un poco de queso de cabra en dos tiempos y un poco de ciboulette y listo! Plato terminado!!!


Plato vegetariano:


Espero que les sirva y ya saben, recibo todo tipo de dudas para que se atrevan a cocinar.

Los quiero y espero sus comentarios!


martes, 3 de marzo de 2015

Meter las patas a fondo: Receta de las hamburguesas veganas que terminaron siendo croquetas.

¡Ya! Lo prometido es deuda. Juro que esta vez tenía todas las intenciones de pesar todo (Si Karina me acordé de ti) pero este plato lo inicié ayer por la mañana antes de salir al gym y solo vertí los garbanzos en la olla de agua pensando, mientras tomaba las llaves del auto, “no importa, los pesaré cocidos” Ja! Lo siento de verdad lo olvidé porque mientras los cocinaba por la tarde-noche ayer limpiaba la alacena y me merezco todos los latigazos... Lo sé.

Shame on me.

El desafío era partir con recetas simples veganas para no terminar comiendo aburrido ¿no?. Pues hace un tiempo atrás había hecho unas hamburguesas de garbanzos pero les había puesto huevo. Ilusamente pensé esta vez, mientras molía los garbanzos ya cocidos, que quedarían con una consistencia apta para armar unas hamburguesas nuevamente. Pues no.
¡¡¡Nunca me quedaron con consistencia hamburguesa!!! Vamos por partes porque ya les estoy anticipando mi desastre. Y esto es para que vean que aun estudiando esto se meten las patas a fondo!

Cociné aproximadamente una taza de garbanzos. Claro, los dejé en remojo por casi 10 horas calculo y luego, pacientemente a fuego hasta que estuvieron blanditos. Usualmente ocupo la olla a presión pero como estaba de largo limpiando la despensa pues no me preocupé mucho por el tiempo. De otro lado, piqué media cebolla, dos dientes grandes de ajo y sofreí todo, sal, pimienta y deje enfriar. Mientras terminaba el sofrito, comencé a moler los garbanzos en la 1, 2, 3  y ahí vi que lo que obtenía tenía más consistencia de hummus que de hamburguesa. Diría que dije “¡Recorcholis!” pero en verdad solo maldije un “¡Mierda! ¿y ahora qué hago?!!!”

Mi amiga imaginaria responsable muy aplicadamente sugirió que debería haber comprado alguno de los espesantes que aparecían en el libro El Veganomicón. Pero claro “… como soy contreras tenía que meter las patas a fondo”. Y es verdad, miraba la pasta con rabia y pena. No tenía miso (de hecho en mi vida he ocupado miso!), lo único que tenía a mano era harina blanca e integral. Si le incorporaba harina a la mezcla en cantidades ya sabía de ante mano que el sabor podía alterarse drásticamente. Y ahí me quedé… mirando los ingredientes de la despensa recién limpia pensando cómo rayos salía del entuerto. 
En eso vi a una tímida bolsa de arroz asomar cerca de los fideos. Ya había metido las patas a fondo, qué mas daba agregar un poco de arroz a la mezcla para que espesara un poco y le diera mas consistencia. Así que cociné el arroz sin ningún secreto de por medio, esperé a que enfriara un poco y molí una parte hasta que vi que empezaba a tomar mas forma entre la pasta de garbanzos, el arroz y el sofrito. Ya tenía claro que no podría hacer hamburguesas porque no daba la consistencia pero ¿Qué tal si hacia croquetas? Como las que hacían en el restaurant en España donde trabajé el año pasado en  que las mangueaban y luego le daban un doble rebozado y taraaaan, asunto resuelto!

Me quedé mirando mi mezcla algo dubitativa aun.
¿Aguantaría rebozadas o me explotarían en el sartén?

Sé que en algún momento pensé “¡Qué más da, ya estás en esta: improvisa o bota a la basura pero al menos inténtalo!” Así que incorporé un poco de harina integral a la mezcla (Hasta el momento llevamos aproximadamente una taza de garbanzos crudos, media cebolla, dos dientes de ajos, unas dos cucharadas de arroz cocido y calculo que aproximadamente unas dos cucharadas de harina integral). Luego verifiqué sabor, incorporé un poco de ají color y agregue un buen poco de cilantro fresco picado. Ya. La mezcla estaba lista. En España mangueabamos las croquetas, se congelaban, se rebozaban, se volvían a congelar, se daba una segunda rebozada y ya estaban listas para congelar a su próximo consumo. Yo debía hacer lo mismo. Claro que yo no tenía una cámara congeladora como ellos allá que me permitiera manguerlas y dejarlas en muchas bandejas asi que opte por alusar dos bandejas que entraran en mi congelador con film plástico y con la mezcla hice formas circulares, estilo hamburguesas. Me salieron 7 unidades grandes.

Las deje en el congelador hasta el día siguiente. Hoy me enfrenté al siguiente dilema ¿Cómo hacía el apanado a la inglesa sin huevo? 
Nota importante: Apanado a la inglesa consiste en pasar un elemento por harina, luego por huevo y luego por pan rallado para crear una costra crujiente al ser frita.

 Ella, una vegana de tomo y lomo, ya me había dado varias pistas pero yo opté por alguna que había leído por ahí: mezclar maicena con un poco de agua hasta armar una pasta liviana y le incorporé sal, pimienta y un toque de merken para reemplazar el huevo.
Entonces, saque mis croquetas desnudas del congelador, las pasé por harina, luego por esta pasta de agua-maicena que reemplazaba al huevo, y luego por panko en vez del pan rallado. 

¿Por qué panko en vez de pan rallado?: me agrada mas su crujiencia y tiene una ventaja por sobre el pan rallado: usualmente si apanas algo con pan rallado al rato ya esta flofy...latigudo, pierde absolutamente la crocancia. Si intentas re calentarlo es aun peor el resultado, En tanto este maravilloso panko que lo puedes adquirir ahora hasta en el super, tiene la magia de ser muchísimo mas crocante y además, si lo recalientas en horno revive en esplendor su sonido de hojas otoñales al masticar. Ya me di una vuelta enorme por el panko...ya retomando: Pasé la croqueta congelada por harina, luego la pasta de agua-maicena y luego al panko. De ahí, directo al congelador de nuevo. Al cabo de un rato, repetí de nuevo el proceso pero saltándome el primer paso de la harina: mis croquetas ya con mas pinta de croquetas con abrigo nuevo llegaron de lleno a la pasta de agua-maicena y luego, nuevamente mucho panko por todas partes.

Aleluya. ¡Había terminado!

Mientras tenía todo este enredo en la cocina, preparaba un pescado frito con ensalada chilena para el Gato porque pensé que ni a palos lograría que comiera una croqueta, cocinaba betarragas, coliflor en un concierto de olla, tabla, pica pica, croquetas, limpia aquí y allá para que no volviera Don Caos y me comiera en dos tiempos.

Me lavé tantas veces las manos que terminaron como dedos de viejita para no cruzar el pescado con mis croquetitas.

La parte final y no menos importante es que es bien sabido que todas las cosas fritas que tienen un rebozado son altamente calóricas porque es justamente el rebozado el que absorbe el aceite. Y yo pensé en mi hora y media de trotadora/bicicleta de hoy y no, no lo quería frito 100% pero, si lo lanzaba al horno, el panko no quedaría nada bien. ¿Cómo solucionar el problema? Calente un sartén, un poco de aceite de maravillas y literalmente fue un minuto por lado y lado y lo apague. Luego trasladé la croqueta al horno a 180°c hasta que estuvo dorada. Así evite que siguiera absorbiendo aceite y menguó un poco mi cargo de conciencia.

El resultado final ya lo pudieron ver por la foto en FB pero si no es así, se las dejo aquí nuevamente.



Sería mas fácil decirles que todo me salió a la perfección a la primera pero para qué mentirles. La idea es que pierdan el miedo a la cocina y lo que parte inicialmente como una hamburguesa puede terminar como una croqueta ¿Qué importa? El disfrute y la creatividad en la cocina no tienen límites.


¡(Y el tenedor tampoco!)


Los quiero!

domingo, 1 de marzo de 2015

¿Será hora?: Pensando en los "Come-Ensaladas"

Pues si estimados, llego marzo.

No sé ustedes pero yo aun no lo puedo creer. Siento que hasta hace poco andaba pensando qué preparar para la cena de año nuevo y de golpe aterricé en marzo  con un enorme signo de interrogación que engloba “¿Dónde están enero y febrero?

Mi amigo imaginario malvado sonríe de lado a lado y con tono meloso responde: En la práctica.

De verdad que se me pasó volando. Ahora con estos días libres me he puesto en frecuencia “Lista”. Como una hormiguita comencé a redactar todas las cosas que tenía pendientes antes de entrar a clases. Cosas tan tontas como ordenar bien mi pieza, reacomodar mis libros, traspasar mis plantas a una enorme jardinera que me regalo una tía que adoro con todo mi corazón (para eso antes debo comprar como siete sacos de tierra, glup!), volver a prender el horno probando recetas, ahorro para un viaje, buscar restaurant para la tesis... si lo ven, nada muy elaborado pero que me hacía falta para despejar el caos. Y bueno, también porque no quería quedarme viendo el techo en casa ya que por lástima no me arrancaré a la playa.

Hoy desperté a las 7 pensando que mi cerebro no respeta ni los domingos. ¡Que desconsiderado!  Me preparé un buen desayuno con yogurt, granola artesanal y frambuesas, ducha y partí al gym (también estaba en la lista, ven? Junto con perder 15 kilos y pensar en un corte radical de cabello de esos que después te arrepientes durante meses y lloras frente al espejo). Pensé que iba a ser peor, considerando que mis idas al gym fueron nulas entre enero y febrero por dolor de espalda. No me morí en la trotadora y tuve una salida muy elocuente de la bicicleta –Bridget Jones debería aprender de mí-. Llegue a casa tan motivada que hasta lavé el auto, jardiné un rato y lavé ropa; todo antes de las 12 del día.

No sé si me sirve hacer listas para ordenar mi cabezota de estambres o en verdad esto de la alimentación más sana va rindiendo algunos frutos energéticos.

Así que, como esto trata de mi recorrido gastronómico, he de confesar que de un tiempo a esta parte me viene llamando mucho la atención la alimentación vegana y vegetariana. Creo que no necesito decirles yo cuánto influye las personas que nos rodean en nuestros hábitos alimenticios. Hasta hace unos años siempre comía pan-con-algo al desayuno y un café con unas gotas de leche. Luego salí con alguien que le gustaba el yogurt con granola y frutas y, entre vuelta y vuelta, me dejó el hábito de al menos 3 veces por semana comer eso de desayuno. Dos amigas son veganas, tengo otros tantos ya vegetarianos y en verdad los veo bien, felices. No vamos a hablar de los extremos que se rayan y ya no comen nada porque “te estás comiendo a un ser vivo”, pero en general llevan una alimentación muy rica en vitaminas, con gran aporte de fibra, comen mucho más fresco y usualmente también sin tanta fritura. Mi amiga imaginaria responsable y aun mas inteligente que yo no tuvo que darme un golpe en la cabeza para que yo exclamara “¡Eureka!”; tal vez lo que a mí me falta es conjugar mas ejercicio y tratar de inclinarme por esa onda más natural. Sería cínica decir que lo hago por conciencia animal… por las pobres vaquitas, por las espantosas condiciones de crianzas de una planta avícola o por el hacinamiento de los peces en las jaulas en el mar. Claro que me dan pena y si yo tuviera que matar al cerdito, probablemente jamás me llevaría un buen trozo de costillar picante a la boca pero somos lo que somos y desarrollamos parte de nuestro cerebro gracias a ese consumo de carne en aquellos años en que aun aprendíamos a dominar el fuego. Por eso tampoco diré que me volveré vegetariana, vegana o activista de alguna ong... solo quiero velar por mí. Ahora si de paso salvo a un cerdito, una vaca o un pollito pues bienvenido sea. Tampoco diré que no comeré mas carne porque ahí ya sé cual es el rollo y el sentimiento de culpa y remordimientos que provoca ese inocente choripan con pebre en los "convertidos" si comen algo de lo prohibido. No quiero pensar que me vendrá a buscar la mafia vegana si oso a comer un pedazo de carne. No quiero sentir culpa por comer. Ya sé de eso bastante siendo mujer!

Tema aparte son los chocolates. Son frutas. ¿Recuerdan lo que andaba circulando por FB? El cacao crece en un árbol. Asunto zanjado.

Ahora lo que me preocupa de esta opción de intentar intercalar o llevar una vida mas cercana a los “come-ensalada” (con mucho cariño, eh?. No se enojen por el término) es  justamente es eso: andar comiendo solamente pasto.

¿A quién diablos en su sano juicio le puede gustar todo el día comer pasto?

Y la cámara hace un movimiento rápido remembrando esos aburridos platos con lechuga, tomate, choclo re cocido y un pedazo de palta media oxidada... Y ese juego que muchos hacemos de escarbar en la ensalada como si fuera a aparecer mas sabor por magia...Si, el solo recuerdo de un plato así a mi también me quita las ganas de vivir!

Entonces salió ese ratón de biblioteca que llevo adentro, la inalcanzable tozudez de la abogada que corre por mis venas y el desafío culinario que representa empezar a jugar con platos que no tengan solo pasto. O al menos, un pasto entretenido.

¿Cómo me va a ir? Pues no lo sé. Ya me compré el Veganomicón que he ido leyendo lentito estos días, muchas veces con cierta cara escéptica, otras como si descubriera la gallina con los huevos de oro… perdón!, el brócoli con las bruselas de oro, otras pensando si en verdad tendrá buen sabor y mil cosas más. Supongo que no se me quitarán las dudas hasta que entre a la cocina con libro en mano a probar. Y de paso es un buen desafío para mi buscar nuevas opciones sin todos los elementos a los que estoy acostumbrada a poner mano cuando cocino.

Tal vez tengan razón algunos al decir que siempre estoy haciendo algo y que parece que no descanso. En verdad lo hago, me siento con un té a leer un libro, una peli o me voy de parranda por ahí pero necesito buscar qué hacer, aunque sea cumplir con una lista o probar nuevas recetas casi con el rosario en mano (no me vengan con patrañas si en verdad el secreto de la vida está en la mantequilla!) para sentir que no se me va el día. Que hice algo aunque ese algo sea muy chiquito.

Así que eso, deseen suerte. Si tienen recetas que aportar me las envían por acá, al mail o por FB a ver qué resulta de todo esto.

No puede ser tan difícil ¿no?

Y mi amigo imaginario malvado se mete la mano en los bolsillos y silva una tonadita mientras se va alejando con una sonrisa burlona en la cara.


Los quiero!