martes, 6 de octubre de 2015

Para tu viaje de hoy a la oficina, ojitos de alcancía.

Tal vez a esta hora vas camino al trabajo tratando de mantener el equilibrio en el metro o en el bus con los zombies mañaneros. “Ojitos de alcancía” solía decir un amigo mexicano a los ojos pequeños como la ranura de una alcancía donde introduces la moneda; ojitos pequeños que te mantienen con la cabeza más cerca de la almohada que concentrándote en tu entorno. Tal vez no tomaste desayuno hoy y casi sientes el aroma seductor y envolvente a café y unas tostadas… quizás fuiste astuto y te llevaste una fruta para el camino. Cuando era pequeña siempre se me reventaba el yogurt en la mochila así que, si vas muy apretado y llevas uno de esos, trata de mantenerlo a salvo. ¿A qué sigues pensando en un café, eh? Pequeño diablillo…!

 Hoy creo que me aprovecharé de tus ojitos de alcancía y te invitaré a dar una vuelta mientras vas de camino al trabajo pues ese estado de semi consciencia es delicioso para soñar despiertos. Deja que te guíe. Hace unos años atrás tuve un sueño inolvidable. De esos que vibran con tal intensidad que no se ha borrado nunca de mi memoria. Soñé que tomaba el metro como era mi rutina cada mañana. Bajaba a la estación, tomaba el metro y mis ojos se perdían en esa semi oscuridad de ver pasar las estaciones con una monotonía agobiante. Un día más. Una mañana más. Cuando bajaba del metro y ascendía hacia la salida, hubo algo que me sacó de mi trance; una luz cegadora y un calor húmedo que acarició mi piel con un toque de sal que me despertó por completo. Casi respiraba el océano. Entonces di paso al último escalón y de pronto me encontraba en plena Copacabana!. Dos pensamientos cruzaron por mi cabeza mientras observaba la playa desde su característica vereda empedrada: “Wow! Genial que el metro llegue ahora hasta Rio de Janeiro!” y “Diablos! No traje mi bikini!”

 Es extraño que ese sueño nunca se borrara de mi memoria. Cada vez que subo al metro pienso en lo increíble que sería una enorme extensión de línea hasta Ipanema, Barra de Tijuca… a la tierra de las caipirinhas con esa humedad que transforma mi cabello en toda una amazonas. ¿A que no sería fantástico que en este mismo instante terminaras de cerrar los ojos y también encendieras tu piel con ese sol deslumbrante mientras te quitas esos odiosos zapatos y te quedas descalzo respirando Rio? No seas seriote, juega conmigo. Ya que estamos en estas y solo es un viaje de “ojitos de alcancía”, imagina que tu si viniste preparado y bajo esos pantalones aburridos que llevas puestos, tienes un traje de baño así que puedes sacártelos y dejarlos junto a tus zapatos. Dudo que alguien de aquí se los lleve. Despídete de toda esa ropa formal que saca bostezos pues también desentonan acá, huelen a tareas por cumplir. Ok, ya estas mejor, no? ¿Empiezas a sentir esa sensación de libertad? De cosquilleo en la piel? No te preocupes de lucir tan blanco, estas praias están llenas de turistas, solo sonríe y olvídate del celular, de los correos y de que tienes una hora para llegar a alguna parte… sonríe y vamos a caminar por la arena hacia el mar. Busquemos un buen lugar para jugar a las lagartijas porque acá no necesitarás nada de eso que te hace fruncir el entrecejo. Vengo con pareo, reales y bloqueador incluida!

 Si hay una sensación que adoro es caminar por la arena. En cada paso parece que esos finos granos dorados abrazan tus pies amoldándose perfectamente a cada centímetro. Las olas se perciben rítmicamente con su aroma salino y a donde mires en la playa podrás ver gente sonriente que está disfrutando este momento. Creo que es el secreto del carioca para la felicidad, no le pesan mucho las preocupaciones. No andan por la vida estresados, ves? Solo andan por ahí tendidos al sol, bebiendo cervezas heladas en diminutos trajes de baño sin importarles el peso ni la altura. Si miras hacia atrás, de donde veníamos, verás que por la vereda van muchos de ellos haciendo ejercicio porque desde muy temprano muchos de ellos salen a correr, caminar y andar el bicicleta por el borde costero. En la arena, otros tantos están repartidos jugando volley, futbol y futevoley que adoro porque lo mezcla todo. Ellos también lucen despreocupados. No sé por qué nosotros no copiamos esa actitud de vida.


 Vamos no te quedes ahí parado y sigue caminando hacia el mar. Un tipo con bronceado perfecto se acerca y te sonríe mientras habla de “Parasol” y “cadeiras”. Detecta tu español a la primera sílaba y vuelve a ofrecerte quitasol y unas sillas ¿Ves que cada ciertos tramos hay como unos puestos en la arena? Este carioca junto a su tropa se gana la vida arrendando silllas y quitasoles, vendiendo caipirinhas, caipiroskas, cocos, sucos y refrigerantes todo con la mejor sonrisa. Tienes pinta de necesitar alcohol, eh? Supongamos que son las doce del día y te invito una cervecinha, qué dices? Y aquí estamos, pleno sol en un trance de verano disfrutando este pedazo de paraíso. Tu piel huele a bloqueador (error de primerizos poner bronceador en la primera tostada de Gasparin), una cerveza en la mano que invoca luego una caipirinha de maracuyá, tus pies tocando el océano atlántico con unas olas suaves nada frías. A lo lejos un puñado de personas haciendo kitesurf y sé que igual estas pensando que podrías intentarlo… podrías dar solo al surf, lanzarte en parapente… esa es la sonrisa maliciosa que buscaba en ti.

 En este país se confunde la ficción con la realidad y los colores parecen mas brillantes. ¿Me sigo aprovechando de tus ojitos de alcancía? Te sumerges en la siguiente ola con el agua que no parece caliente ni remotamente parecida a las gélidas de Chile. Inhalas y vuelves a sumergirte olvidando que tenías que contestar urgente ese mail para tu jefe. Vuelves a salir a la superficie y exhalas dejando que el mar se lleve el rumor del recorte de personal y el frío invernal… Esto es fácil ¿Ves? Ya comienzas a sonreir. Yo te observo desde la orilla tomándome los últimos sorbos de tu cerveza mientras me mojo los pies. Esto es algo que necesitabas hacer solo. Al rato nos tendemos a tomar sol y comienza el hambre. Lo mejor de la praia es que no es necesario moverse para conseguir algo. Tienes cara de querer experimentar, no? A ver con qué te sorprendo. Creo que podemos partir por algo que simplemente me encanta: Queijo Coahlo! Mira por ahí ya se acerca un vendedor. Lo identificas porque viene con una especie de mini parrilla o brasero de lata y un cooler de donde saca una barrita de queso en un palito de brocheta, te pregunta si lo quieres con orégano y en menos de un pestañeo, ya lo puso a asar en su parrilla entregándote un maravilloso queso dorado por fuera y suave por dentro. Muito gostoso!


 Puedes probar un típico snack llamado Globo, describírtelo es algo difícil… es como una especie de suflito con un suave sabor medio dulce. No mata el hambre pero entretiene la tripa. Hay dos versiones, una levemente dulce y la otra salada. Si sigues con los colmillos afuera seguramente andará rondando por ahí un clásico personaje con un carrito que vende Milho verde. Si pides uno, el carioca sacará de una olla un tierno choclo y lo embetunara con mantequilla o margaina (nuca lo he tenido muy claro), algo de sal y te lo ofrecerá sonriente. Eso si que es una delicia! Otra cervecita mas y tu piel ya va tomando color con estos cariocas que saben disfrutar del mundo. Acá parece que nada va rápido excepto por el viento que a veces levanta al vuelo algún quitasol. Si te decides a que ya tuviste mucho sol y quieres un break, te puedo llevar a mi playa favorita de Rio y almorzamos algo más contundente por ahí ¡Tienes tanto por ver!

 Vamos caminando hacia la calle de vuelta, ahí verás que cada sector, cada ciertos tramos en la playa, tienen baños, y salpicadas cada ciertos metros también hay duchas para sacar la arena lo cual es bastante práctico. Antes de subir al bus, necesitarás una polera, y chalitas…acá no se permite subir en traje de baño al transporte público. Como soy una verdadera maga, traje todo conmigo así que estás listo para viajar conmigo hacia el sur de Rio. Creo que me gusta más porque son playas en las que ves menos turistas que Leblon, Ipanema o Copacabana. Los buses tienen la doble opción, pagas con una tarjeta tipo “Bip” o en efectivo. Debes pasar por un torniquete que siempre me da neura de quedar atrapada y te sientas con cara de carioca. También tienes la opción de viajar en buses con aire acondicionado pero son más caros. No cierres los ojos ahora y traga Rio por los ojos, mira a toda esa gente en shorts y poleras caminado por la rua, la frondosa vegetación que tiñe todo de verde, el trafico maluco que me enerva porque no conocen lo que es señalizar antes de doblar, solo giran y ya está! ¿No es como estar en una grandiosa película? Tienes pinta de acalorado y una gota se desliza lentamente desde tu cabeza hacia el mentón pero vas tan abstraído en ese paisaje que no te percatas de ello. Nunca he sabido cuanto efectivamente me demoro entre Copacabana y Barra de Tijuca. El tiempo es relativo cuando estoy acá pero sé donde debo bajar en Posto 2. Nos ponemos de pie y bajamos por atrás del bus que gracias Dios no tiene el odioso torniquete.

 Un puesto de comida salpica a la vista con la clásica postal de puesto de venta a la orilla de la playa con construcción de madera salpicado con algunos árboles. Vitrinas con bebidas, aguas, cocos helados, petiscos (quiero! Quiero!!!) y otros snacks para probar. Mesas en su entorno con mas cariocas desparramados disfrutando del día soleado. El reloj que indica la hora y la temperatura en la calle marcan 35 grados y el calor comienza a notarse en cada paso. A simple vista la Praia do Pepê no luce diferente a otra playa pero su pendiente me da la idea que es mas suave por lo que las olas no son tan grandes. Si tienes hambre (recuerda que la que guía tu fantasía es gastrónoma y fan de los nuevos sabores) puedes probar un coco helado para reponer vitaminas y minerales por la deshidratación del calor y algún petisco. Creo que la forma más fácil de describir la increíble variedad de petiscos cariocas seria decir que son snacks mas elaborados; como lo que nosotros consideraríamos como una empanadita frita pre almuerzo. Mis favoritos varían entre la “Coxinha de frango” (me divierten mucho los que vienen en forma de pera) que sería una bola de suave harina con relleno muy sabroso de pollo que se frie dando una crocancia por fuera y un relleno suave. Otros petiscos son las “Torradas de Alho” (tostadas al ajo), Pao de queijo (pan de queso que resultan toda una adicción), “Bolinho de bacalhau” (bolitas de bacalado fritas), “Camarão frito” (Camarones apanados y también tienen la deliciosa variación de camarones al ajo) y el “Pastel” que sería lo que conocemos como empanaditas rellenas de carne, pollo o camarones principalmente. ¿Ya te dio hambre? Porque si deseas algo más cercano a un almuerzo me inclino por un plato de picanha grelhada con fritas, vinagrete arroz branco, feijon e farofa ( Un buen trozo jugoso de carne grillada acompañado de papas fritas, la vinagreta vendría siendo una especie de pebre que incluye tomates, cebolla, pimentones y vinagre siempre presentada aparte como opción para acompañar), clásico arroz blanco, el incondicional poroto negro y la farofa para espolvorear sobre el arroz. La farofa es harina de mandioca que usualmente va saborizada; a veces con tocino, ciboulette, huevo…depende de donde la comas. Tip de viaje: de un plato asi comen dos! Ya te veo con hambre así que vamos a pedir lo que desees para que pruebes algo nuevo. Es la gracia de viajar, no crees? Experimentar.

 Así que nos vamos caminando desde el puesto de comida hasta la arena nuevamente con la pancita llena y el corazón contento. Te propongo que no hagamos lagartijas, caminemos un rato por la orilla. Podrás observar a los cariocas con cuerpos dorados en perfecta alineación con la paz entre diferentes personajes que, a los ya mencionados anteriormente, ahora también suman vendedores de lentes de sol, de bikinis muy lindos y baratos, heladeros, y tatuadores de hena. El mar sigue con su rítmica canción del oleaje que ya hizo sincronía con el latir de tu corazón. Las huellas que vas dejando en la arena de oro se van borrando con el oleaje y me hace pensar en lo efímero que somos. Siempre queremos avanzar, dejar huellas pero hasta físicamente aquí, es imposible. Solo queda respirar profundo, levantar los brazos al sol y dejar que la brisa marina te envuelva en un beso mágico.
 La próxima vez que vengamos podemos intentar hacer surf… mas bien tu lo puedes intentar porque nunca consigo ponerme en pie. Yo mientras te puedo tomar fotos, reir de ti a carcajadas y trabajar en mi bronceado perfecto desde la orillita.

 No sé qué hora es pero comienzo a percibir que se acerca el atardecer. La marea comienza a subir y emprendemos el camino de vuelta esquivando niños que corren desde el agua entre gritos de alegría. Podemos hacer una última parada por “açai”, quieres? Esa es la mirada que me gusta! Nos entregan un vaso con un sorbete de este maravilloso fruto amazónico refrescante. En su estado natural luce como un arándano y es altamente vitamínico. Eso y el guaraná te dejarán listo para enfrentar a todo un ejército de grises trajeados estresados.

 Sí, ya es hora. No te quiero regresar a la oficina pero ya no tienes ojitos de alcancía.

Ya estas más que despierto, no? Me gusta eso. Que me acompañaras. Que te pudiera mostrar una de mis ciudades favoritas a través de mis ojos. Luces como un camarão pero un camarão feliz! Solo avísame y viajamos juntos de nuevo; queda mucho por probar.