Me bajé del auto
cargada como equeco un poco antes de las ocho de la mañana. Llevaba en una gran bolsa azul -cortesía de Judith- una batidora, mini pymer,
colador, carpeta con las fichas técnicas, pesa y otro lote de cosas que sonaban en cada paso
que daba. De mi hombro colgaban los cuchillos y en la otra mano, una caja
transparente con tapa donde danzaban los timbales, brochas, tip top, mangas,
colorantes y bueno…más cosas. Cargada pero positiva. Aún impregnada de las
buenas nuevas de ayer (ya les contaré cuando pueda mis buenísimas noticias) y con la confianza de haber realizado las tres bases
diferentes de mousse (huevo a espumoso, pastelera y merengue italiano) dije
para mi misma : “misma, cubriste las bases”
Con lo que nunca cuento es con la
creatividad de mi querido Master en lo alto, flotando en sus nubes celestiales...
Prueba de Pastelería
III: Mousse (base a asignar por la profesora), sabor (a elección de la
profesora), Salsa (elección del alumno), Crema Catalana, garnitura de fruta,
Una decoración crocante y otra decoración a libre elección del alumno.
Llegue al taller y
empecé rápidamente a sacar todos los utensilios que necesitaba y que no había
traído de casa. Dispuse tablas, limpié mi mesón y esperé… esperé… y seguí
esperando porque mi profe no aparecía. Bueno, en verdad no era que ella no
aparecía sino que yo llegue media hora antes solo para tener todo bajo control.
Cuando estuve a punto de perforar una
baldosa con un asomo inminente de raíz, ella apareció en gloria y majestad
sonriendo. Aclaro que no tiene esas sonrisas de “Jajajaja! Hoy los joderé a
todooooos!!!” sino más bien una sonrisa dulce, mezcla en parte de retazos de
sueño. Inmediatamente los alumnos aun dormidos comenzaron a despabilar sacando
cosas de los carros y limpiando (quien diría que un docente en la sala
despierta más que Juan Valdez…) en tanto yo, me acerqué a mi profesora para
preguntarle un ítem de la prueba que me tenía bastante intrigada: La crema
catalana ¿Iba a ser evaluada?. A los
cursos paralelos no se las había evaluado y como dicen que en pedir-preguntar
no hay engaño fui por ello. La profe me mira y me dice que si la evaluaría pero
que haríamos una común para todos. ¿Adivinen a quién asignó para hacerla?
Obvio. Estoy de racha estas semanas jajaja! On fire!
Así que ahí me
entretuve unos cuantos minutos, revolviendo sin parar una olla para armar la
crema pastelera. Una vez lista, nos reunió a todos y nos hizo sacar papelitos.
El mousse que debía preparar era de chocolate blanco en base a crema pastelera.
Lo había hecho en casa el lunes, di gracias de haberlo ensayado asi que
manos a la obra! Comencé
–nuevamente- a preparar una crema pastelera para mi mousse. Cuando partí con la olla hacia los fogones
todos estaban ocupados. Odio eso! Odio que estemos en prueba y no pueda tener
un miserable fogón para mi. En fin. Tuve que esperar y adelantar mientras los
gramajes de mi salsa de frambuesas. Cuando vi que uno de ellos se desocupó, corrí con la olla hacia él y di el primer respiro sincronizado con mi muñeca
revolviendo los ingredientes. Ya, tenía
fuego. Mi mundo volvió a brillar. En eso, otro compañero aparece a mi lado con
un bowl con colapez a baño maría y manjar “¿Qué estás haciendo?” le pregunta
Vivi que revolvía sin parar una crema pastelera igual que yo. Mi compañero nos
mira y responde “Mousse de Manjar” Quedo
mirando el manjar en el bowl y le digo “Yo no lo he hecho” y él me responde con
la misma cara de hipo mía “Yo tampoco!!!” Casi me fui de espalda como Condorito
con un gran “PLOP!”. … Seguí revolviendo. El tiempo juega en contra en las pruebas. Al cabo de
unos minutos tenía una pastelera hermosa. La retiré del fuego, incorporé las
monedas de chocolate blanco, el colapez previamente hidratado y a esperar que a
la preparación le bajara la temperatura para incorporarle la crema semi batida.
Ahí estuve un buen rato… Jugando a los baños maría inversos (budinera con agua fría
bajo mi bowl) y con termómetro en mano midiéndole la temperatura. Debía bajar a
menos de 25 grados y no menos de 21 idealmente… Sentía que cada minuto era una
hora. Cuando al fin mi mezcla llegó a los 25 grados, llamo a mi profesora para que evaluara la incorporación final de la crema. Mezquino en una mano, bowl en
la otra, debía realizar movimientos envolventes para que la mezcla mantuviera
la mayor cantidad de aire del la crema semi batida. Bajo la mirada atenta de mi
profesora inicio el proceso y ahí, ahiiiiii en ese preciso momento, el de
Arriba se puso creativo. “Cómo voy a dejar que a esta crespita le salga todo
bien esta vez. Complíquemosla un poco?” y Don Sata, que se sacaba la mugre de
las uñas con la punta del tridente movió la cabeza afirmativamente. Yo
revolvía, revolvía envolventemente como decían las instrucciones y solo veía
grumos! Primera descarga de adrenalina de la prueba ¡¡¡Grumos everywhere!!! La temperatura de la
crema semi batida gelificó inmediatamente mi colapez… Adiós mousse de textura
suave y homogénea para dar paso a… no tengo una forma más bonita de decir que
parecía vómito blanquecino!!! Holy crap! (Don Sata y dos de mis tres amigos
imaginarios se retorcían de la risa en el piso) Miro a la profe con nueva cara
de hipo.
-
¿Debo
envasar toda la mezcla y llevarla a casino? ¿Aunque esté así?- Digo pensando en
el pobre idiota que le tocara mi mousse “diferente” y como le estropearé el
postre…
-
Debe
presentarme ocho postres aparte del montaje en el plato. Usted ve si los envasa
o no… pero aún le quedan 45 minutos.
Cuarenta y cinco
minutos… Miré mi mousse-vómito. Miré el reloj. Suponiendo que esta prueba se
llama prueba de mousse cae de cajón que de todos los ítems a evaluar el que más
pesa es el mousse y el mio era francamente una vergüenza. Cuarenta y tres
minutos. “¿Lo hago o no lo hago?, ¿Lo hago o no lo hago?" Partir de cero de nuevo.
¡Mentira! Tenía la salsa de frambuesas lista (Humor negro siempre presente!) Si lo hacía de nuevo me arriesgaba a no
alcanzar a presentar el plato. El mousse requiere un buen rato en el
refrigerador o congelador para que la gelatina geledifique, valga la
redundancia. Tic tac, tic, tac… Adrenalina… Otra descarga
de adrenalina ¡Lo hago! Nuevamente
pastelera pero esta vez no esperé a que le bajara tanto la temperatura.
Veintiocho grados y llamé a la profesora para que observara nuevamente el show
con la crema semi batida. Don Sata pinchó al de Arriba con el tridente a ver si
hacia otro truquito de nuevo pero Dios dijo que ya era suficiente. Mentalmente
y creo que hasta en voz alta le agradecí: la unión resultó perfecta! Llené los
tubos que iban para el montaje en el plato y los llevé al congelador rogando,
implorando, lagrimeando que le bajara la temperatura para poder montarlo en el
plato. Volví a mi mesón (que no podía estar más desordenado) y limpié. Comencé a llenar los envases para casino y el
primero lo hice con cuchara ¡Error! Todos se manguean, queda muchísimo mejor la
presentación –Por si alguien que me lee aun no da la prueba endemoniada- Los
llevé al refrigerador. ¿Qué debía hacer ahora? El crocante. No recuerdo bien
que hice ahí solo sé que en un momento ya estaba en el horno y otro pestañeo más
tarde, rogaba por sacarlos enteros. Mientras estaba el crocante en el horno
preparé la garnitura de naranjas para decorar la crema catalana.
Finalmente, logré montar todo el plato: El mousse de
chocolate blanco, la crema catalana, las dos salsas, la garnitura y el
crocante. Por tiempo no alcancé a realizar la otra decoración pero ya que mas
daba. Mi cuerpo no soportaría otra descarga de adrenalina y ya me sentía
pegote, la espalda mojada y las piernas tiritonas. Sabía que no iba ni cercano
al seis pero hice dos veces el mousse en el tiempo que mis compañeros solo
hicieron uno…Me repetí varias veces esa idea intentando autoreconfortarme hasta que me reí sola del absurdo. Ya había tirado los dados, no quedaba más
que esperar. La evaluación final del montaje no duró mucho. Me explicó el por
qué de mi problemita con la crema: aparte de incorporarse no tan fría, con la
base de mousse de crema pastelera se debe utilizar batidor en vez de mezquino. Yo asociaba revolver de manera envolvente con un mezquino. Francamente no tenía idea así que cada día se aprende algo nuevo. Mi nota fue
un 5.4 y espero que en algo me suba el haber hecho la crema catalana para todos
mis compañeros. Dudo que me den esa consideración pero me gusta pensar que la
tendrá.
El resto de la mañana
fue limpiar, limpiar y seguir limpiando. Si me preguntan, no estaba triste, ni
ofuscada ni nada parecido al incidente de los porotos granados. Es más, hasta
me sentí bien de haber logrado salir del embrollo, no me paralicé, no lancé el bowl por la ventana... Hasta alcancé a preparar dos
veces el mousse! De todo se aprende en esta vida así que ya saben: base de
mousse de pastelera: Siempre con batidor!!!