De vuelta! Ya he
cumplido la primera semana de clases y debo decir que se viene rudo!!!
Estoy
bastante feliz con mi elección de profesores este semestre (estoy adelantando
tres ramos mas así que es importante que los profes me agraden si voy a pasar más
tiempo en la universidad jiji). Tenía miedo con uno en particular cuya fama le
antecede como “sepulturero” pero, tras su primera clase, creo que escogí bien y
esto lo digo a sabiendas que existe una gran probabilidad de que me repruebe.
No sé si será por mi experiencia en el restaurant en el que trabajé con un
profesor cuyos alumnos en su mayoría lo odiaban, que comprendí las ventajas que
tiene trabajar para un grande. Todo el que me conoce sabe que al principio me
agarraba la cabeza y me tiraba los pelos pensando cómo hacer las cosas bien
para que él las aprobara. Me costó aprender sus técnicas, el refinamiento que
él tenía en cada preparación… me costó aprender a pensar fuera de mí y ponerme
en sus metas pero, con el tiempo, creo que me acerqué en algo a sus
aspiraciones. Me corregía cada preparación… miraba mis apuntes y, con la
cuchara en mano, me re corregía los gramajes y repasaba conmigo el paso a paso.
Lloré al principio encerrada en el baño más de una vez (única mujer en la
cocina no podía llorar en público! Estoica y sin mostrar debilidad) hasta que un día empezó a decir que estaba
bien. ¡Estaba bien! Me sentía una diosa!!! OK, tampoco es que tenga una basta
experiencia en el tema pero los docentes brillantes presentan mayores desafíos y
de alguna manera te fuerzan a llegar a nuevos límites; te sorprendes a ti mismo
al ver que lograste cruzar y llegar aun mas lejos de lo que tu mismo te habías planteado.
Volviendo a mi profesor actual al que
los alumnos llaman “Sepultura”, el tipo
sabe lo que hace. Percibí eso aun antes de que se presentara. Lo llené de
preguntas la primera clase y supo responder cada una de ellas, ilustrando cada
punto con algo más de su experiencia.
La segunda clase con él -en la cual ya tuvimos
que poner manos a la obra- fue un
desastre! Dividieron al curso en tres grupos para trabajar en cuarto caliente
(todos los platos calientes), cuarto frío (appetizer y entradas) y pastelería
(postres!) ahí estaba yo. Para que se hagan una idea, esa sala de clases es la
simulación perfecta de un restaurant. Se atienden entre veinte a treinta
personas que hacen el rol de clientes y somos los alumnos los encargados de
alimentarlos elevando el nombre de la Universidad. No tenía tanto miedo a meter
las patas ya que después de los insultos y humillaciones que recibí en derecho
de parte de mis profesores y de jueces, en verdad difícilmente alguien podrá
superarlo. Lo que temía era no dar la talla; más que nada porque tengo una
lesión en el hombro y codo producto de la comprobación de la gravedad abrupta
en patines que me impide ejecutar simples movimientos como estirar el brazo,
llevar el tenedor a la boca, subir o bajarme los jeans… comprenderán que
cocinar con un brazo así es nefasto!. Mi matasanos dijo que debería intentar no
mover el brazo por un buen tiempo pero no quería quedar como floja! Siendo
profesora, si veo que un alumno se cruza de brazos, inmediatamente lo tacharía
de inútil. ¿Qué hice? En vista a que no puedo acelerar el proceso natural de
cura de tendones, solo me queda apalear el dolor. Tramadol en gotitas y pude
realizar medianamente bien todo… solo bastaron tres dosis en ocho horas pero
fue solo un detalle. Mareada como trompo, mi cuarto logró sacar los platos.
¿Qué pasó mientras sacábamos los últimos platos para las mesas en el
restaurant?
Escuchamos al profesor hablando con los chicos de los otros dos
cuartos que ya habían sacado sus platos. Claramente estaba enojado. No recuerdo
haberlo oído gritar. Solo un tono áspero que a veces duele más que los gritos.
Cuando acabamos la limpieza de los diferentes cuartos, pasamos al salón y nos
dio una charla sobre nuestro rendimiento. El punto que yo temía: en líneas generales,
no dimos la talla. Preferiría que me gritaran a sentir que decepciono. Me
aguanté las lágrimas de frustración. Me había dopado toda la mañana, corrí con
las chicas armándolo todo lo mejor posible, cuidando los detalles, manteniendo
la higiene, moví mi brazo llevando cosas,
batiendo, salseando, tironeando refrigeradores y hornos que se empeñan a
no abrir a la primera sin algo de fuerza…hasta acarrié platos desde el subterráneo
con las lágrimas corriendo por el cuello y nada había sido suficiente. Hizo
puré a los chicos de cuarto caliente, criticó al parrillero de manera brutal.
Yo no vi el desempeño del pobre diablo que estaba de parrillero pero, por como
el profesor lo describía, parece que no sabía ni donde estaba parado. Supongo
que estaba tan cabreado con él que describió su mal desempeño frente al grupo
para abrirle los ojos a ver si se empeña en mejorar para la próxima o, si el
alumno decide dejar de ser un dolor de cabeza para él y se retira del ramo.
Después siguió con los chicos de cuarto frío criticando la falta de orden en
ejecución de las tareas, falta de voz de mando, falta de proactividad y
carencia absoluta de iniciativa a la hora del montaje (preparar el plato con
todos los productos terminados para el cliente… básicamente es la presentación
final del plato). Solo pasé una vez por ahí cuando salían los platos de cuarto
frio y pude ver al profesor vuelto mono con una hilera de platos salseando…luego
volví a mi puesto ya que tenía cosas que hacer así que no sé si mis compañeros
hicieron los otros platos o los montó el profesor. Dijo que había que mejorar y
retó a un compañero por dormirse. Siguió enfatizando lo malo y nos dio la
posibilidad de refutar sus apreciaciones pero yo qué iba a decir? La pastelería
está alejada de los otros dos cuartos así que no vi el trabajo de mis
compañeros… tampoco mencionó mucho el trabajo de la pastelería así que el reto
parecía apuntar mas a los otros cuartos… silencio total en el salón y yo solo
atiné a sacar mis gotitas mágicas y tomar una nueva dosis para calmar las
agujas palpitantes de mi hombro. Para acortarles el relato, nos despacho al
cabo de un buen rato. Yo no me levanté de mi silla… mi alma masoquista
necesitaba saber cuántas cosas malas había hecho y cómo debía mejorarlas.
Quedando el salón vacío y solo con las chicas de pastelería, el profesor se
relajó un poco y dijo que si bien el trabajo nuestro no había sido perfecto,
tampoco había estado malo… más bien nos calificó entre un 60% a 70%. Me alegró
saber que consideraba que resalté en iniciativa ante sus ojos y la gran crítica
que tuvo hacia uno de mis platos era menor tiempo de cocción al crème brûlée.
Eso lo puedo corregir. Aun así, arrastré mis pies al patio y me quedé con un
orificio en el estómago. Tomando una coca zero con una de mis partner, llegó un
amigo de ella diciendo que había un grupo de hombres en el camarín llorando sus
penas por lo que había ocurrido en el restaurant. No me asombró ni un poco… si
yo hubiese sido el alumno parrillero me estaría cuestionando seriamente si
seguir o no en la carrera.
Manejé muy lento a
casa pensando seriamente en parar en alguna calle hasta que se me pasara esa
extraña sensación de piernas y brazos adormecidos. Si llegué viva fue por mi ángel
de la guarda y algún favor que me hizo algún santo amante de la buena mesa. Caí
en coma en mi cama… creo que me dolía hasta el alma.
No me gusta rendir menos de un 100%... no me
gustó que su apreciación de todo el grupo de alumnos, en total, sea mediocre.
Me gustaría pensar que eso se revertirá pero sé que a la mitad de mis
compañeros les importa un pepino el discurso que nos dio y, mucho menos, les
importa mejorar. Va a estar rudo mis días lunes si el grupo no se pone las
pilas… en verdad, solo ruego que mi hombro sane lo antes posible para no andar
grogui cocinando invocando un accidente.
Ahora que lo pienso…creo
que he tenido en general muy buena suerte con mis profesores. Desde mi profesor
de cocina el primer semestre que me hizo creer en mi con una simple frase tras
una prueba con el que tomé nuevamente ahora tecnología. Probablemente ni sabe
lo importante que él es para mí durante todos estos semestres pero me dio un
pilar al que me he aferrado cada vez que he tenido un día difícil…con mi
profesor de casino que, sin quererlo, mi enseñó mas de cómo se desenvuelve un
cocinero en la cocina que propiamente tal de las preparaciones de alimentación
colectiva. Con mi profesora de inglés que es todo un personaje y que por
lástima, no subió este semestre por lo que tuve que tomar con un nuevo profesor
que promete ser toda una aventura… Tomé administrativo con un profesor que
tiene sonrisa maliciosa cada vez que habla de las evaluaciones; me cae bien,
parece tener humor negro. “Compras y abastecimientos” con un profesor con el
que esperaba tomar hace un año! Es un hombre tan afable e inteligente que cada
vez que me veía en el pasillo se detenía unos minutos a hablar conmigo. Creo
que es coordinador del área hotelera por lo que no le sobra el tiempo así que
valoraba cada vez que cruzábamos unas líneas… tenía que tomar una clase con él! solo espero
no dar jugo por tomar ese ramo adelantando y no tener todos los conocimientos
necesarios.
Tomé francés con mi encantadora
profesora de siempre que me hace sufrir en sus clases auspiciadas por bebidas
energéticas pero que me fuerza a estudiar bastante. Como me cae bien, tampoco quiero decepcionarla
y sacar menos de seis. Debe ser frustrante para un profesor dar lo mejor de si
en sus clases y que sus alumnos saquen malas notas… ¿Qué otro ramo tengo?
Economía. Dolor de cabeza en cada letra. Yo que no sumo ni para atrás sé que
tendré que dedicarle tiempo al ramito ese aunque la profesora se ve bien
entretenida y dispuesta a resolver todo tipo de dudas. Eso me tranquiliza mucho
porque sé que la llenaré de preguntas; ella
aun no sabe el infierno por la que la haré pasar!. Mi profesora de pastelería
sigue siendo la misma del semestre pasado, con su forma intrépida de pasar
contenidos, sonriendo de costado cuando muestra algo complicado (indicador de
que si lo evaluará en la siguiente prueba) y emanando esa extraña y escasa
buena vibra desde el primer segundo de la mañana en que la veo aparecer muy
temprano con su mug de té. Creo que con eso hago la reseña completa de mis
apreciaciones de primera semana… sigo dopándome, el paracetamol me los tomo
como tic-tac, mi auto está lleno de moldes de cartón para hacer figuras para
restaurant… cuchillos nuevos por si algún profesor considera que al que uso
siempre le falta filo, tiene cotillón de matrimonio y el portamaletas con
patines (que aun no saco para hacerme la idea que me volveré a subir a ellos!).
Aun no logro escribir bien con un lápiz pero cuento con que podré tomar mejores
apuntes la próxima semana.
Quiero partir en un
gimnasio aunque odio las rutinas ya que he descartado completamente volverme anoréxica
y quiero bajar de peso… Qué más? No les haré el recuento de las vacaciones ni
les dibujaré que hice en ellas. Solo puedo decir que estuvieron muy buenas, con
hartas salidas, bien leídas y descansadas: renuncié al restaurant donde trabajaba (sigo
extrañando a mis jefes y al equipo de trabajo, snif!)
y terminé con mi pololo; Supongo que a lo penúltimo mencionado lo
retomaré en otro escrito y, respecto a lo último, no merece ni que dedique tiempo
escribiendo al respecto. En fin…creo que esto se alargó más de la cuenta pero
estoy con las pilas puestas y esperando que mi brazo mejore para darle con
todo!!! Tengo una buena idea rondando de dónde quiero trabajar el segundo
semestre así que requiero que todo salga bien. El que la sigue la consigue, no?
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