Dicen que el hombre es
un animal de hábitos. (Buenos o malos hábitos pero hábitos al fin y al cabo). La
RAE define hábito como “Modo
especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o
semejantes, u originado por tendencias instintivas”. Como animalitos que
somos – si, no lo nieguen!- repetimos ciertas conductas en nuestro día a día.
Si me observo con buena lupa, en cuanto me despierto, me voy a la ducha. Aprendí
desde pequeñita dos cosas de mí: una, no servía de nada que volviese a intentar
dormir porque no funcionará y dos, que ese intentar dormir cinco minutitos más,
solo me causa estrés por no poder lograrlo. Tengo el hábito de llevar un café mañanero en un mug en el auto y bebo otro en cuanto llego a la universidad. Tengo tantos hábitos que hasta me
he sorprendido descubriendo que, usualmente, manejo por las mismas pistas de las
calles entre casa y la universidad (esto también es gracias a algunos “eventos”
en el pavimento, por no decir cráteres).
Algunos prenden la tv por la mañana antes de salir al
trabajo, otros no pueden salir sin antes haber engullido una tostada con
mantequilla. Quizás nuestros hábitos son la forma de dar orden al caos.
¿Y dónde está la parte de cocina en esto? Pues ayer,
producto de una conversación sobre sabores de helados, me quedé pensando en mis
hábitos de consumo. Si señoras y señores, todos los tenemos. Y es que cuando
voy a una heladería siempre pido un sabor que ya conozco y uno que no haya
probado. Me gusta esa pequeña oportunidad de encontrar un nuevo sabor en la
cucharita que me sorprenda, que me haga sonreír. Mi interlocutor manifestó que
siempre pedía el mismo sabor de helado desde que tenía uso de razón y fue
entonces cuando me quedé pensando si mi conducta era normal o no. ¡Porque
repito esto mismo siempre en todo tipo de comidas!; si ya sé que me gustó el
tacu tacu de camarones en mi adorado restaurant peruano, pido algo diferente la
siguiente vez para ir investigando la carta. En sushi es igual; pido uno que me
encante y otro nuevo solo para probar suerte y ver si me sorprendo.
Si no me gusta ya sé que nunca mas lo pediré pero... y si resulta fantástico?!!!
Hace mucho tiempo atrás leí un estudio que decía que
era muy difícil introducir nuevas marcas en el mercado chileno de la comida.
Esto por cuanto los chilenos somos muy fieles a nuestros hábitos de consumo. No
cambiaríamos la eterna coca-cola por una nueva bebida que por muy buena pinta
que tuviera si se veía demasiado nueva en el escaparate. No, lo conocido es
bueno así que zas! Coca-cola al carro. ¿Por qué ya no están bebidas como la
cherry-coke? ¿La guaraná antártica?... demasiado nuevas? ¿Y qué me dicen de la
mirinda o la otra de 7-up? Porque solo las encuentro en un cine. (Demasiado sospechosas
para cambiarlas por la bebida de los osos polares???)
Así que les dejo la pregunta del millón: En una
heladería ¿Piden siempre conocidos o nuevos sabores?
Solo para saber, por
simple curiosidad.
Los quiero!
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