jueves, 5 de enero de 2012

Una palabra.

Hay una palabra de la cual siempre he estado enamorada: Viaggiatore.

Decirla en voz alta ya es éxtasis; bocado a un tiramisú sublime de un lugar lejano.

Viaggiatore… Tropecé con la palabra mientras traducía un texto atrás hace años, torpemente como solo una amateur a la traducción puede hacerlo: a punta de borrones con un diccionario y una taza de café tibia de madrugada. Con los tomos y libracos de aburridas materias, Viaggiatore sucumbió a años de textos aburridos que terminaron arrinconando la palabra en una esquina polvorienta de olvido. Sin embargo, desde ayer en la mañana Viaggiatore resuena en mi cabeza invitándome a viajar. Estaba en la ducha cuando asaltó mi cabeza casi gritando “¿Me recuerdas?”. Me vestí pensando en ella, en el contexto de cuando la había descubierto y cómo la asociaba a una de mis más queridas cartas del tarot: El Mago. Luego me puse a hacer otras cosas y dejé de darle vueltas… Hasta la tarde donde apareció con gloria y majestad. No revelaré detalles de mi extraordinaria tarde pero, de una u otra manera, los puntos esparcidos en la hoja, se unieron armónicamente con ella de brújula. Insólito saber que la palabra me encontró primero y me subyugó dulcemente con parajes que aun no he visto, aromas, sabores que aun no he experimentado… todo es latencia de momento; un palpitar, otro palpitar que retumba en esta palabra que va tomando forma seduciéndome a dar pisadas donde no entienda lo que hablan… donde cada mañana extrañe y me maraville con la misma intensidad.

Viaggiatore. Si escarbo un poco en la superficie, hasta el perfil de hombre que realmente me han atraído llevan tierra de otros países en sus zapatos. No sé si algo de esto se concrete finalmente, solo sé que Viaggiatore ha despertado como un dragón hambriento en busca de nuevos rumbos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario