sábado, 5 de abril de 2014

El peligro que desaparezcan los almacenes de barrio.

Eran las 07:25 de la madrugada y yo figuraba estacionada en la universidad con mi mug rebosante de café haciendo gala de mi manía de escuchar noticias en la radio por la mañana (costumbre que heredé de mi papá desde el colegio y creo que ya no la logré erradicar). Con la mirada perdida en algún punto entre "no-estas-dormida" y "sueño-profundo-en-rem" algo de lo que hablaban llamó mi atención:

 ¿Por qué es tan importante que no desaparezcan los almacenes de barrio?

 Me quedé pensando... Si, claro que es una fuente de ingresos para muchas familias y no se puede negar como nos salvan el pellejo cuando se nos olvida algo y no queremos ir al supermercado colapsado de almas felices. Eso sin contar lo más importante y valorable: de alguna manera logran hacer que el barrio tenga corazón propio porque, así como las plazas, son un punto de interacción para los vecinos.
Recordé lo grande que me sentí cuando era pequeña la primera vez que me dejaron ir a comprar pan a solo una cuadra y media de mi casa y como varios vecinos me saludaron mientras esperábamos esas deliciosas marraquetas crujientes y tentadoramente calientitas invocantes de mantequilla. También recordé lo felices que estaban todos cuando escucharon que un mega supermercado abriría a cuadras de mi casa porque podrían encontrar artículos que el almacén no vendía. Realmente no supe qué pasó con ese almacén porque me cambié de casa. Hace unos meses pasé por mi antiguo barrio y ahí estaba mi viejo almacén. Lucía algo mas demacrado pero con su clientela fiel entre la multiplicidad de artículos en venta (desde detergentes, paltas, pan y hasta lápices! Así de completo!). Supe que había planes de construir un strip center con una de las dos cadenas de reemplaza-almacenes muy pronto y admiré que sus dueños, aún con un supermercado a dos cuadras, no hubiesen cerrado el lugar. Recuerden que aun no eran ni las 8 am y, sin mucha cafeína, mi cerebro sigue navegando entre martes y júpiter... Entonces ¡¿Por qué era tan importante que los almacenes no desaparecieran?! ¿Nadie nos salvaría de comprar todo en carritos con esas filas eternas caja tras caja? Otro sorbo de café. No se me había ocurrido pensar en el enfoque que escuché y tal vez por eso el motivo de compartir la reflexión:

 Los pequeños almacenes de barrio han ido desapareciendo y, en su reemplazo, tiendas como el Ok Market o el Big John aparecen en nuestras esquinas.
¿El peligro?: ¿Dónde esta la fruta fresca o las verduras sin procesar?

Me quedé petrificada. Inmediatamente mi cabeza pasó revisión mental a los productos en venta y de verdad que no logré recordar productos frescos. ¡Todo en bolsa! ¿Estaremos cayendo en ese horrible trance de considerar la rodaja de tomate y la hoja de lechuga del sandwich como ensalada? Ensaladas en platos preparados con un dressing capaz de matar a un hipertenso por la cantidad de sodio camuflado sin contar que tiene esas extra calorías que pensaste que evadirías al mascar solo pasto cual rumiante! De frutas ni idea...!!! ¿tendría que buscar en el sector de mermeladas? tal vez algún helado con trozos de frutas...¿no? Los comentaristas de la radio señalaron un estudio con el cual no logro dar aun sobre este tema. Son en estos momentos cuando pienso que me falta inteligencia, ¿saben? porque por mi cuenta no fui capaz de captar este pequeño gran detalle y bueno, también reconozco que jamás entro a esos lugares para comprar la lista de frutas y verduras de la semana sino para algo puntual que involucre entrar y salir (usualmente hielo o una bebida para el carrete del fin de semana). Sé de amigos que son asiduos a ir para comprar desayunos, almuerzos o cenas -por lo general viven solos y le tienen un miedo del terror a la cocina- y por supuesto es ahí donde esta carencia de productos frescos tiene relevancia; Si no están presentes, los clientes no los pueden elegir. De una u otra manera estos "reemplazantes" te invitan a comer productos procesados. Si no tengo posibilidades, no tengo libertad.  Si no tengo alternativas; no puedo elegir. El almacén de la esquina te sigue tentando entre las uvas y ese pedazo de zapallo siempre a medio cortar en algún estante usualmente cerca de la albahaca...¿ A que si?

 ¿Qué opinan ustedes al respecto? A mi me bajó la nostalgia.

jueves, 3 de abril de 2014

Esa temida palabra...!!!

Tengo mis ojos pequeños como una japonesa crespa que viene recién saliendo del sarcófago. Llegué a las 17:00 aproximadamente a casa y desperté a las 19:35 totalmente desorientada con un retazo de luz escurriéndose en el jardín (Si! pensé que había dormido una tonelada de horas y que estaba amaneciendo...casi grité como ardilla de la Era del Hielo que se le escapa la bellota!) Hablando de gritos, confieso que ha sido un comienzo de clases rudo! Volví a la universidad hace una semana reptando. Podría decir "caminando dignamente" pero yo sé que lucía tan mal como me veía... me sigue doliendo un pie de "historia de una maleta que se quiso caer en el metro y logró ser atrapada justo a tiempo" y las piernas cada vez que las estiro (merci Paris!!!).
 El horroroso cambio de horario me tiene adormilada cerca de las ocho de la noche y despierta a las 2 am y, durante mi desayuno, siempre quiero almorzar. Ok, si soy realmente honesta paso toda la mañana en la universidad repitiendo con ojos brillosos de caricatura japonesa "¿Ya vamos a almorzar?" a cuanto ser humano tengo a la redonda.

 He llegado solo a escuchar "Agara gara gara gara" en clases de matemáticas financieras y en costos de la industria hotelera. Entre cierro aun mas mis ojos leyendo nuevamente la última línea escrita y pienso que el "Agara gara gara gara" debería haber estado con mayúsculas porque realmente no entendí absolutamente nada. Intenté tomar notas de los ejercicios que revisaban en la pizarra pero el símil mas cercano a mi accionar sería probablemente el de un maya intentando tallar en la piedra los jeroglíficos en alguna pirámide perdida en Egipto. Nada de nada! Gracias a San-guchito estaba tan dormida post almuerzo que no me asusté, tampoco hiperventilé augurando mi futuro desastroso lleno de exámenes, condenada a un semestre oscuro y tétrico de escarmientos.¡No señor! Muy dignamente dejé el lápiz sobre mis intentos de tomar nota y  respiré profundo. No me mató el metro de París, no me van a matar unos jeroglíficos locos! Ya me pondré al día con este lío de números. Ya me pondré al día con volver a ser universitaria.

¿De qué tenía ganas de escribir hoy aparte de mi abrupta transición de horarios? De una palabra que nos duele a todas las mujeres y que probablemente nos aterroriza aun mas en la boca de un hombre. Esa palabra que es la versión crecida del "cuco"..."del hombre del saco" para nosotras. Que de solo escucharla se reprime un grito ahogado e inmediatamente piensas "no por favor, noooo!!!"

 ¿Ya saben cuál es?

¿No?

Seré valiente. La voy a decir en voz alta pero esto es como llamar a Don Sata frente a un espejo en la Noche de San Juan. Vamos! seré valiente y la diré:  DIETA.
Así es señores. Las mujeres tememos a esta palabrita porque es un monstruo encadenado a otros monstruos. No es solo estar gorditas (gorditas porque gorda duele mas cuando ridículamente es lo mismo) sino que cae de cajón el segundo monstruo de que te ves mal (elefante), el tercer monstruo de que la ropa no se ve tan bien en ti (prieta), el cuarto monstruo de que el futuro ex con el que estas saliendo te cambie por una modelito mas raquítica (flaca insípida) y para rematar, viene el quinto monstruo que es el peor de todos. Ese que te susurra suavemente al oído "¿Ves ese espectacular chocolate bitter al frente tuyo? (el muy condenado hace una pausa para que tu realmente veas el chocolate y respires su esencia magnífica disparando tus papilas gustativas) y prosigue "...Pues hoy no te lo podrás comer. Ni hoy, ni mañana, ni pasado!"

Da pena estar a dieta. Pero mas miserable aun me siento al estar a dieta en la universidad donde todo el edificio de gastronomía despierta el hambre en mi. No bastando mis horarios alterados de que al desayuno ya quiera almorzar, debo soportar estoicamente y sin bandera, no caer en tentación cuando todo huele a pan horneado, a galletas, a pizza y a cuanta cosa rica. A veces me pregunto si los gastrónomos tenemos un olfato mas desarrollado, ¿saben? porque he visto que un buen gastrónomo hambriento distingue hasta las notas de orégano fresco y romero en una preparación con su aroma levitando en el aire. Mi madre diría que todo se basa en el autocontrol pero es difícil tragarse solo el autocontrol, solo eso y nada mas cuando tienens todo para probar a solo una cuchara de distancia. Si me resigno a huir como alma que se la quiere llevar el diablo de el edificio y llego a mi super cafetería, me da toda la rabia del "¿Por qué la comida chatarra sale mas barata que un plato saludable?" ¿Alguien en verdad me puede explicar que tratamiento desconocido le hacen al puñado de lechuga que sale mas caro que la comida chatarra?!!! Realmente no entiendo que una hamburguesa con coca cola y empanaditas de queso te pueda salir mas barato que una ensalada. Seguro que es porque la lechuga la lavan cantando mantras por un coro premium de otro continente lleno de mandalas y luego pasan hoja por hoja por una máquina de última tecnología ionizadora para eliminar todo tipo de microorganismos.

JA!

Obviamente las autoridades del gobierno lanzan campañas para que la población aprenda a vivir sano y baje sus índices de obesidad. Convengamos es que tampoco lo hacen porque realmente se preocupen por nosotros, eh? Estas campañas no son de buena persona! Es porque un obeso tiene mayor necesidad de ocupar el sistema público de salud que una persona sin sobrepeso cuyo corazón, presión arterial, índices de azúcar, articulaciones, entre otros le funcionan perfect. El punto es que lanzan estas campañas cuando lo relevante es que de alguna manera logren que los restaurantes que venden comida saludable tengan precios definitivamente accesibles para sus clientes; Que comer saludable  salga mas barato que la comida chatarra ya sería, para gran parte de la población, un incentivo para dejar el completo de metro y medio. ¿Cómo nadie del gobierno se le ha ocurrido brindar una rebaja de impuestos a los restaurantes que se unan a un plan de platos mas sanos? Así  el restaurant como el cliente tendrían un incentivo tanto para vender estos platos como para comprarlos. ¿Es tan disparatado y aberrante lo que pienso?

¿Por qué los gastrónomos no unimos fuerzas con el gobierno y nos enfocamos en buscar desde la cocina y desde los precios de venta estímulos que tienten a los consumidores a comer mejor y mas saludable?


En fin. En eso divago mientras tomo un café... dejaré para otra ocasión la crisis que provoca en las mujeres la ropa asiática porque unos jeans de ellos talla 40 no entran en las caderas de la mujer latina. Da igual cuanto roguemos para que ese pantalón entre; ni estando un mes a agua nos quedarían bien pero bueno... ese es tema para dejar el café y partir las piscolas. Es que en verdad no se imaginan el drama que tenemos las mujeres cuando en una tienda eres 42, en otra 40, en una asiática simplemente no te cabe nada y en otras  tiendas cuyos maniquíes son mas rellenitos que las vendedoras, te miran de arriba a bajo como diciendo "Ja! tu crees de verdad que algo de elite que vendemos nosotros te quedará?" Surge inmediatamente la seguidilla de preguntas "¿Subí de peso?, "¿Baje de peso?" "¿Quién soy?" jajaja!

Prefiero pensar que no estoy a dieta. Opto por pensar que estoy comiendo sano... Así no siento esa horrorosa ansiedad que emerge cuando sabes que estas a dieta. Mala mezcla el tener hambre y sueño pero bueno, ya volveré a la rutina de nuevo y se regularizará todo (Solo por su seguridad si me ve mal genio corra en dirección opuesta). Lo cual me lleva directamente a algo que dejé en el tintero cuando comencé a ahondar en esto: Si hay algo a lo que he aprendido a temer mas que una mujer a dieta, es a temer a un hombre a dieta! Con todo respeto a los machos alfa que me puedan estar leyendo ¡¡¡Si que andan odiosos cuando no comen!!! Debe ser porque a las mujeres pasamos de dieta en dieta desde prácticamente toda la adolescencia y los chicos rara vez sufren por estas conductas detestables de exclusión de alimentos.

Creo que voy por otro café. Buenas noches terrícolas! Beijos!