domingo, 25 de mayo de 2014

Transparente.

A veces no me da la frase para partir escribiendo algo. La primera línea es la crucial sin embargo a veces el cansancio me vence y mi mente tambalea en chispazos. Como hoy. Ya domingo, 1 am y figuro en mi nueva "no-cama" con el trasero molido tras una maratónica sesión de ¡no es eso que estas pensando!!! Sesión de matemáticas financieras. Casi todo el día sentada en un banquito rojo jugando con los números. Mientras todo el mundo se divierte hoy, yo estoy en pj escribiendo nuevamente desde mi cel lejos de casa.

 No me arrepiento de no haber salido hoy pues mañana vuelvo a la calculadora desde temprano. Lo que me llama la atención es lo silencioso que esta mi cel esta noche. Ni un  " ¿Segura que no puedes venir?" , " Te paso a buscar! vamos prende, si es solo por un rato..."  Nada! Y en parte agradezco la falta de tentación pero por otra, creo que es como una espina en el pie ver que me voy volviendo dispensable. Si no estoy, parece no importar.

Ya me habían advertido que la vida del cocinero es así, que sacrificas mucho de tu tiempo en hacer que los demás esten felices pero que, por horarios, simplemente no puedes acudir a todos los eventos a los que te invitan. Te pierdes cumpleaños, carretes, navidades, años nuevos entre otros. Y te van olvidando. Tan crudo como un atún antes de saltar a la plancha.

Transcurre tan lento que ni me iba dando cuenta. Porque te invitan y no puedes ir. Entonces das las disculpas pertinentes y otra invitación llega. Pero de 5 acudes a 2 con suerte.  Te recriminan que apareces poco pero aun te ven; todavía tienes forma y color. Te disculpas. Prometes aparecer mas y en tu fuero interno - y de todo corazón-  le pides a San-guchito que te permita cumplir la promesa.

La voz en off te dice que probablemente no será así.

Luego viene el "Es que ¿Para qué te iba a avisar si sabía que tenías que trabajar/estudiar/hacer pedido/descansar porque trabajaste muchas horas? Y tu entorno toma decisiones por ti y no puedes decir ni pío. Eres como el pollo en la tabla de cocina. Va al horno sin derecho a defensa.

Y luego caes en la etapa en la que, parece, ahora estoy incrustada. Cuando te comienzas a volver invisible. Cuando ya ni se dan la molestia de insistir en tu presencia y es cuando el abrazo de cocinero a cocinero cobra un sentido y alcance mucho mas profundo.

Dicen que el que quiere, puede pero yo creo que no siempre se puede. Me encantaría tener el tiempo del mundo para hacer tanto o mas de lo que hago y sumar a ello mas carrete. Llega un punto en que tengo que escoger entre pedidos o salir un viernes por la noche. Entre dormir unas horitas en la tarde para reponer fuerzas de la trasnochada de entrega de pedido o tomar un café pendiente. A veces no puedo. Tenía un ex me sacaba en cara que casi nunca tenía el viernes libre y no podía salir ya que debía trabajar. Nunca se le ocurrió ir a mi casa a acompañarme mientras preparaba algo. Igual fue bien pavo porque es secreto a voces que el que esta sentado al lado de un cocinero termina comiendo mas que un gato de carnicería, no? Confieso que nunca le dije nada.  Si no se le ocurrió, no era para mi.

Asi que estimados, me vuelvo invisible. En la cocina siempre tengo una silla para el que quiera ir a ver el show mientras cocino. En mi lindo sillón caben varios acompañándome cuando me siente en él a no hacer nada por un rato con los pies estirados. De aquí a final de semestre dudo tener mucho tiempo y mas ahora sin auto. Si sucede un milagro o alguna almilla me va a ver mientras cocino, estudio o miro el techo out por un rato, quizás recupere colores... O tal vez de aquí a julio me termino de disolver... Que heavy esto! En verdad es rudo percartarse que te has vuelto, casi por completo, transparente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario