lunes, 24 de octubre de 2011

Prueba de Taller de Pastelería.

Actualizando, marcando tarjeta, escribiendo tras un pequeño tirón de orejas. ¿Qué decir de mi vida como estudiante de gastronomía? Ufff! Y luego de eso, probablemente intentaría copiar la mueca de Homero Simpson cuando inclina su cabeza hacia atrás y saca la lengua hacia un costado porque hoy, francamente, quede reventada cual animalejo en carretera sureña tras mi prueba de taller de pastelería.

Las pruebas en los talleres de cocina son estresantes porque vas siempre contra reloj “Tienen 1 hora 45 minutos para entregar la tartaleta completa, los repollitos rellenos con crema diplomática; decorados con mitad con azúcar flor, mitad con chocolate”.

Escuché el tiempo y me empezó a saltar un ojo. Si, aun tenía la esperanza de que, por un golpecillo de suerte o un mini milagro concedido por algún santo amante de la buena mesa, tuviera más tiempo en mi prueba el día de hoy. “¿Tomé café en la mañana? Si… dos tazas… será suficiente cafeína?… lo dudo!” respondió uno de mis amigos imaginarios esbozando una sonrisa maquiavélica. Ya estaba ahí, disfrazada inmaculadamente con mi uniforme así que había que darle! En orden a todo lo que debía hacer, inspiré profundo y manos a la obra! Partí a lavarme bien las manos y a limpiar mi lindo mesón de acero inoxidable por lo que mi complejo de mesera siempre sonríe peligrosamente en esta etapa. Posterior a eso, ya empiezo a salir de mi campo de flores para pintarme un par de rayas en las mejillas, parar una pluma rimbomabante y, de soundtrack, solo para darle un toque, podrían haber algunos tambores invocadores a batalla y tormenta… Empieza la guerra!

¿Por qué? Después de la etapa “Limpieza” toda prueba parte con el que llega más rápido y consigue las mejores ollas, bowls, coladores, usleros y otros tantos artículos que pasan por un lavado obligatorio antes de llegar al puesto de trabajo. Posterior a ese proceso que suena a tormenta eléctrica con alumnos disparados acaparando lo que pueden en plena sonajera, viene la segunda batalla: Gramaje; pesar y medir todos los ingredientes antes de empezar a cocinar. Así que imagínense a un grupo de alumnos en la misma frecuencia, peloteándose las bolsas de azúcar, harina, maicena, margarina de horneo, mantequilla, apurando al que estaba pesando para avanzar rápido y el pobre que ya suda la gota gorda trata de sacar con un pulso tiritón los 5 gramos que puso de mas con la mirada fiera de los que están en la fila jaja! En tanto, con el apuro, las pesas se van empolvando, las frutas salen rodando, los huevos suicidas se precipitan al vacio y tu solo intentas llevar la cuenta de cuánto has avanzado, qué diablos era lo que estas pesando ahora y todo lo que te queda por hacer. Entonces toca tu turno, pesas y te diriges a tu mesón con lo pesado y vuelves a repetir la operación con todo. Es un “bis” con el baile de los alimentos de turno. Finalmente, en mi mesón brillante destacaban una fila de bowls y timbales de diferentes tamaños con los ingredientes de la masa de la tartaleta, la masa de los repollitos, los ingredientes de la crema pastelera, huevos y unas cuantas frutas para decorar la tartaletita.

¡Es hora de ensuciarme! A empezar a trabajar!!!

Partí con lo que demoraría más tiempo en enfriar: La crema pastelera. Tomo todos los ingredientes, los filtro y me dirijo muy campante hacia el sector de cocina para empezar la cocción cuando me percato que todos los fogones están ocupados por mis compañeros que fueron más rápidos que yo ¡Crap! ¿Y ahora qué? Esperar a que un fogón se desocupe implicaría a lo menos 15 minutos perdidos! La profesora amablemente me hace entrega oficial de una cocinilla tipo camping y un curso expreso de “Así se arma-prende-apaga-si?” Media atontada y con el corazón disparado en un galope soberbio, dejo la olla en esa cocinilla de dudosa competencia y pienso que esos minutos que he perdido en solucionar el problema de falta de fuego, ya no los podría recuperar. Empiezo a revolver mi litro de crema pastelera y por esas cosas del destino, miro mi mesón y me percato que me falta el bowl donde había dejado todos los ingredientes de la masa de la pastelera. Mi corazón vuelve a dispararse mientras la vista se centra en el líquido que revuelvo ¡¡¡ ¿¿¿Metí todos los ingredientes de la masa en la misma olla de los ingredientes de la crema pastelera???!!! Dios por favor dime que no!!! Vuelvo a chequear mi mesón y no, no estaba.

¡Ataque!

¿Qué diablos hago? Alternativa uno: Revolver, hacerme la tonta (por no decir otra palabrita) y ver que tan mal sale la crema pastelera con el extra de harina, margarina de horneo y otros o, alternativa dos, decir que me había equivocado a la profesora, que me restara nota, tirar mi preparación dudosa a la basura, volver a pesar todo y partir de cero. Ya, a esas alturas, no quería saber cuánto tiempo había perdido…!!! Simplemente opté por no intoxicar a nadie, confesar mis dudas, eliminar la preparación y volver a partir de cero cuando ya mis compañeros tenían listas sus cremas pasteleras y se aprontaban por empezar la masa de la tartaleta yo recién figuraba roja como tomate, pesándolo todo.

Para cuando tuve todos los ingredientes de mi crema pastelera, un fogón de los de cocina estaba libre, evadí la cocinilla dudosa y me instale a revolver y rezar. Si señores, rezar. Mentiría si digo que recé solo a Dios; hice un listado completo de mis antepasados, a dioses griegos, algunos egipcios (mi profe de historia del colegio estaría tan orgullosa de mi!!!) y a varios santos y ángeles solo por si las moscas. En eso tengo un chispazo ¡Mi bowl con todos los ingredientes de la masa de la tartaleta que, pensé, había mezclado anteriormente por error, figuraba en el refrigerador ya que la había dejado ahí para que no se me derritiera la margarina de horneo mientras mi profesora me explicaba cómo se prendía la cocinilla!!! Aaaaggggght! Demonios! Había tirado a la basura tiempo valioso por nada! Por estar desconcentrada y acelerada!!! Maldiciéndome, intentando tranquilizarme y rezando, todo al mismo tiempo seguía revolviendo mientras uno de los extremos de mi paño de cocina, con el que tenía tomado la olla, comenzó a chamuscarse. Ya qué más, qué maaaaas!??? Mi crema pastelera estaba lista cuando ya un grupo de mis compañeros disponían de la masa de sus tartaletas en el horno. Mierda, mierda, mierda ¡Totalmente atrasada!

Mi profesora de cocina se paseaba por los puestos chequeando, monitoreando, tomando notas y yo…yo solo corrí al refrigerador para seguir con la famosa masa y extraer mi bowl endemoniado de ahí. Al aproximarme me percato con horror que, en vez de haberlo metido en el refrigerador, lo había metido en el congelador! Resultado? Margarina de horneo requeté congelada! Miré al techo y pensé “C’mon!!! Un poquito de ayuda aquí pleaseee!!!” El cerniscado (formar migas con la margarina de horneo, harina y azúcar) fue más que difícil. La margarina se oponía a salir de su congelamiento y por más que aplicaba fuerza empeñándome como si mi vida estuviera en juego, en formar las migas, no resultaba. Finalmente, no se cómo, empezaron a formarse. A esas alturas mi corazón pedía una máquina resucitadora, mi cara estaba fucsia, y sentía escalosfrios en mi espalda. ¡Amasado! Esta etapa se me dio fácil, quizás por la práctica que tengo con el uslero. Solo debía cuidar que, al momento de introducir la masa al molde, esta no se quebrara ya que me descontarían puntaje. Resultó impecable! Para cuando estaba metiendo mi masa de tartaleta al horno, todavía tenía parte de mis compañeros uslereando. ¡Vamos ganando terreno! (Mi amigo imaginario maquiavélico susurro en mi cabeza “mas bien ellos se están rezagando, tu no has ganado nada!” pero preferí omitirlo por aguafiestas al muy bestia…)

¿Siguiente paso? Masa de repollitos. Es una masa endemoniada porque debes revolver, revolver y seguir revolviendo una bolita de harina con agua y margarina de horneo mientras le vas incorporando uno a uno los huevos. La masa intentaba con todas sus fuerzas de rechazar los huevos separándose en mil pedacitos mientras yo obstinadamente, y sacando fuerzas de un gen hulk perdido, revolvía dando la batalla con la cuchara de palo incrustada en mi piel. El resultado final no me pareció mal, y sin pensar siquiera en la hora, empecé a manguear la masa bajo la mirada atenta de mi profesora que escribía sin parar. En tanto recordé la masa de la tartaleta, la chequié y aun no tomaba color. A seguir mangueando los repollitos y bandeja al horno para que se cocinasen.

Masa de tartaleta lista! La saqué del horno mordiéndome la lengua por la quemada de mi dedito chico y pasé lista a lo que me faltaba por hacer: Derretir chocolate a baño maría, crema punto chantilly, cortar la fruta para la tartaleta eran los pasos próximos. Dispuse el chocolate a baño maría en tanto me empecinaba en hacer andar la batidora del taller que no me quería ni un poquito! Mi profesora amablemente me ayudó a montarla y empezó a batir la crema punto chantilly mientras yo cortaba las frutas y rezaba a esas alturas para no cortarme. “Les daré unos minutos más extras!” dijo mi profesora y a mí me sonó a canto celestial porque de lo contrario, no alcanzaba a presentar nada! Rellené la tartaleta, dispuse la fruta, chocolate listo y revisé mi batidora que giraba y giraba con mi crema punto chantilly. La saqué cuando consideré que estaba correcta, tuve que pedir ayuda para desmontarla nuevamente a mi profesora que ya temía claramente que yo en mi apuro la rompiera, y cuando la iba a refrigerar, me asaltó la duda ¡No esta lista! Le falta batido!. Nuevamente a pedir ayuda a mi profesora con la batidora (si no me ahorcó fue porque tiene una paciencia infinita y se lo agradezco!) y la batí un rato mas en tanto sacaba los repollitos que ya están perfectos. A pedir ayuda con la batidora, refrigerar la crema punto chantilly y comenzar el proceso de cortarlos para el relleno. Mezclé a la velocidad de la luz la crema punto chantilly con lo que me quedaba de crema pastelera hasta formar la crema diplomática, agarré la manga y dispuse este relleno con las manos temblorosas. No iba a alcanzar, era imposible que alcanzara! Mi profesora avisó que ya estaba por concluir el tiempo. Pregunté cuantos debíamos presentar y me dijo que con diez ya era suficiente. Hice doce solo para prevenir y rogué nuevamente a los de Arriba que con ello fuera suficiente. Esta nota era un 35% de mi nota final, no quería un rojo….!!! Mi corazón amenazaba con detenerse. Me vi llegando al Spa Alemana (Clínica alemana con mascarilla de oxigeno incluida!)

Ahora quedaba decorar los repollitos con azúcar flor y otro tanto con chocolate. Debía realizar lo que en clases me demoraba una eternidad en hacer: El Cornet (un cucurucho de papel mantequilla en el cual se introduce el chocolate, se cierra la parte de arriba con un doblez, se le corta el extremo delgado y dibujas sobre la superficie a elección… yo debía hacer líneas sobre algunos repollitos) Mi profesora empezó a decir que el tiempo había finalizado cuando mi precario cucurucho desbordaba chocolate por la parte de arriba en vez por la de abajo. Me rendí! Boté la porquería de cucurucho, fui por la azúcar flor la espolvoreé sobre los restantes con los últimos restos de energía que mi desayuno me había dado.

Ya se aproximaba la hora de la verdad. Nada que hacer.

Al momento de presentar mi trabajo sentí que mi alma se desplomaba sobre el banquillo de los acusados. ¿Qué recuerdo que me dijo mi profesora? Que había olvidado el brillo final de la tartaleta (Brillo? ¿Qué brillo? Claro que lo había olvidado! Maldita gelatina transparente viscosa!!!), que ella sabía que yo sabía pero que nunca me había visto tan dudosa como en esta prueba (para mis adentros pensé que dudosa no era la palabra correcta, se acercaba más nerviosa-hiperventilada-con-un-inminente-ataque-cardiaco…) Que a la masa de los repollitos le faltó medio huevo y no sé qué mas… Solo sé que en un momento me extendió un triángulo de papel mantequilla y me pidió que le hiciera un cornet para verificar si sabía hacerlo. Tomé el papel recordando mi anterior desastre de chocolate rebozante y lo hice, no sé cómo pero resultó. Finalmente y solo para acabar la tortura, me hizo escoger dos números para interrogarme sobre la materia vista en clases. Respondí bien. Ella llenó más números en mi ficha de evaluación y llamó a mi siguiente compañero. Uno tras otro iban pasando con sus creaciones y caras de compungidos. De mi nota? Nada. Me puse a limpiar esperando que nos la dijera a todos al finalizar la clase para no tenernos en ascuas más días. Mejor que el tiro sea rápido ¿No?

Así pues, limpiamos el taller hasta dejarlo nuevamente inmaculado y esperamos, esperamos, y esperamos a que nos dijera nuestras notas. Finalmente sucedió. Se sentó frente a nuestras hojitas llenas de números y empezó a sumar. En voz alta y frente a un semi círculo de alumnos expectantes, comenzó a decir nombres y notas, yo solo recuerdo que el mío llegó acompañado de un leve salto de mi corazón. Seis coma uno. Alguien dijo algo que me recordó que debía exhalar y seguir respirando ¡Lo había conseguido! Pese a todo lo había logrado!!! Sentí una imperiosa necesidad de sentarme pero no había nada. Tomé mis cosas aun con las manos tiritonas, me despedí de mi profesora y me retiré del taller arrastrando los pies hacia el camarín para sacarme el disfraz. Las únicas cosas que necesitaba en ese momento era una pepsi light, un asiento hasta calmar mi brote de parkinson y una ducha ¡Con urgencia!

3 comentarios:

  1. Para el lector que no conoce en persona a la Mujer con Cuchillos:

    Cara roja-fucsia-violeta: no es un ideal o imaginario... es la realidad!!!

    Animo!!!!!!! y congrats!

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  2. Muy cierto jaja!!! Gracias por motivarme a escribir ;)

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  3. me duele todo mi ser en pensar en las pruebas de taller!!! desde la primera a la última!!! y sobretodo esta!! es un verdadero rally, una batalla campal en la cocina!!! sólo espero que pueda soportar la presión, y recordar respirar n.nU estas palabras servirán para tratar de tener en cuenta puntos importantes en la realización de las pruebas!!! se necesita una concentración única, y ocupar la adrenalina de la mejor forma posible!!! grcs Maga por poner tu exp culinaria, posteare aqui que tal me va en estas batallas campales!!

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