martes, 6 de noviembre de 2012

Sanguijuelas.


Un ex compañero de sartenes me recordó ayer que no había actualizado. Intentaría pedir disculpas pero la verdad es que no tengo ganas de hacerlo. Para que justificar lo injustificable?

Últimamente le he dado vueltas al tema de la confianza, respeto y la honestidad y  de cómo la vida se puede volver a cuadritos si no los tienes (particularmente en una cocina). Mas allá de las relaciones de camaradería que se forman en una brigada de cocina -a veces hasta verdaderas mafias que la pasan bien mientras trabajan- se necesita una red; saber que el otro va a hacer bien su trabajo y, si le pides ayuda en el tuyo, saber que no te va a cagar la preparación. ¿Por qué te la podría cagar? Desde desidia, mala onda, descuido, reírse en tu cara, ser un inútil tiempo completo… hay muchas opciones… Te das cuenta que se van produciendo roces si todos los ratones, dentro de una cocina, no confían en los otros.

Un inútil en la cocina no es solo una mala inversión, es poner idiotas a todos los que trabajan con él. Un flojo en la cocina es casi el mismo mal. Inevitablemente el resto del equipo se pondrá irritable y lo querrán estrangular. Aun peor es el que no tiene hábitos higiénicos… Al final son todos ejemplos de sanguijuelas, viles parásitos que se aprovechan de los que si están trabajando y pasan desapercibidos.

Y yo ya me cansé de las sanguijuelas. Dentro y fuera de la cocina, me cansé de las sanguijuelas. Un día mi papa y unos tíos me llevaron a pescar cuando era chica. Recuerdo un maravilloso lago que tenía, por todo su borde, bastante vegetación que tuvimos que cruzar hasta llegar al lago ya más abierto. No podría describirlo mejor que un mini pantano en toda su orilla con un aroma bastante peculiar. El asunto es que atravesamos ese mini pantano abriéndonos paso hacia el agua profunda con el bote a duras penas y, cuando subimos a él,  escucho que uno de mis tíos le dice a mi papá “¡Revísala!” Mi papá comenzó a sacarme las zapatillas y ahí, alojada en mi tobillo, veo que una sanguijuela gordita bebía de mí. Recuerdo que el primer impulso que tuve fue de sacarla pero solo logré hacerme un tajo en la piel y ella seguía pegada a mí. Fue entonces que vi acercarse un encendedor a mi piel sin que yo tuviera tiempo de reaccionar: Quemaron a la babosa negra y listo, solo sangre por un buen rato!. Supongo que me acordé de esta historia porque sacarse a una sanguijuela no es fácil y no se puede hacer con tacto. No se irá a menos que la quemes o se canse de tomar de ti. Y la semana pasada me di cuenta que tengo listo el encendedor. 

1 comentario:

  1. Animo clau, pucha, con esas personas si te tocan en algún curso de evaluación grupal no hay mucho que hacer al respecto aparte de dar lo mejor de uno, si, no entiendo como hay gente que no conoce la palabra "trabajo en equipo" o simplemente "compañerismo" me carga, unos terminando de hacer un trabajo como limpiar el piso y otros sentados como si nada hablando de la vida, no les cuesta nada, preguntar en que pueden ayudar o simplemente ir a ayudar, si igual es algo para todos, lo mismo que en las pruebas grupales, pero ese tipo de personas hay en todas partes! y lamentablemente cocina no es la excepcion, pero bueno, animo, y a dar lo mejor de sí!! n.n

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