miércoles, 25 de junio de 2014

De las lágrimas a la fe estúpida y resorte del cambio.

No va a ser la primera ni la última vez que ocupo esta instancia para desahogarme. Es mas una especie de catarsis. También me prometí, cuando partí el blog, que escribiría lo bueno y lo malo de estudiar gastronomía así que será una de esas instancias malas hoy.
Ayer exploté en la universidad. Lloré a vista y paciencia de varias almas. Generalmente no suelo llorar mucho de pena; ¿De rabia, de impotencia? Uf! ¡Ni se imaginan! incontables veces.
 Llorar a escondidas, si.
 ¿Expuesta? Intento que no.

 Pero ayer se me escaparon las muy malditas porque estoy agotada con situaciones muy puntuales en este rubro. La cocina es un mundo se presta mucho para los gritos, las palabrotas, las miradas de odio fulminante y las amenazas. No es una justificación pero creo que la adrenalina a veces le juega en contra al ser humano y nos dejamos llevar por la ira, la ofuscación y el estrés. Cuando te dejas llevar por estos sentimientos, pierdes el norte, dices cosas que no tenías en mente decir y hieres. Finalmente hieres. Un equipo de cocina bien sincronizado es observar en movimiento un perfecto engranaje. Literalmente todo se mueve a compás. Lo he visto. No hay gritos, no hay esa idiotez de tener que estar encima del otro para que haga algo. Ya se conocen y cada cual sabe lo que tienen que hacer.

El mundito del estudiante de gastronomía muchas veces difiere de ese engranaje perfecto. Y esto lo digo desde mi óptica mas personal, si yo fuera una diosa gastronómica, no necesitaría a nadie que me enseñara nada. Creo que el proceso en si de aprendizaje no acaba nunca: Ahora estoy aprendiendo en la universidad pero si el fin de semana una tía me enseña una nueva receta estaré aprendiendo, con mi nuevo jefe estaré aprendiendo sus técnicas, cuando lea algo estaré absorbiendo conocimientos y así, suma y sigue. Es un flujo constante en la vida.  Tener esa conciencia de que el aprendizaje nunca acaba te da una perspectiva nueva de cómo enfrentar una situación de enseñanza, sea que estés como docente o que estés en la posición de alumno. Te brinda alturas de miras para poder enseñar una y otra vez algo hasta que tu alumno aprenda porque no todos procesan la información de igual manera. He tenido profesores que literalmente han parado la clase ante una mano levantada y se han tomado hasta 30 minutos en explicar algo de diferentes maneras hasta que el alumno entiende. También he tenido la cara opuesta, aquellos que se exasperan, que caen en el juego de pisotear al alumno "¿pero cómo no va a entender? Si hasta mi hijo de tres años entendería esto?" En frente de un curso de treinta alumnos, una frase de ese calibre con un buen tono burlesco hace que ese alumno se abstenga de levantar la mano hasta el final de semestre.

 A lo que voy, es que a veces pierdo un poco el eje, es que en cocina de gastronomía puede confluir dos fenómenos que se potencian: el mundo de la cocina  y el mundo del alumno. Es a veces la receta para un desastre. Reconozco y soy super honesta en esto, que yo no soy la perfección de alumno, que probablemente hay muchos mas con mas habilidades y conocimientos muchísimos mas grandes que los míos pero hay dos cosas que creo tengo a mi favor: puedo decir en voz alta cuando cometo un error ("Si en verdad yo fui la que pesó mal los ingredientes del pastel, fui yo la que le saqué el agua a los espárragos, la salsa me quedó espantosa, fui yo la que dejé que el tocino se quemara en el horno...") y, estoy acostumbrada a recibir gritos -Aclaro que no me gustan para nada!- Ya me gritaron mil veces mis profesores de derecho usando palabras que tuve que buscar literalmente en un diccionario. Ya me gritaron jueces cuando hacía la práctica, ya recibí gritos y amenazas de la contraparte. Que un profesor me levante la voz,  honestamente y a estas alturas del partido, en el momento me puede causar rabia o dolor pero no me va a llevar a dudar de lo que hago. De quién soy o a dónde estoy sin embargo, no funciona igual para compañeros que son menores que yo y que no tienen una experiencia de vida que  les permitan filtrar una mala crítica, una lengua cargada de mutilaciones de sueños. Entiendo que un profesor a veces pueda dejarse llevar por la adrenalina del momento y levantar la voz. Lo entiendo. Es un ser humano. No puedo criticar lo mismo por lo cual yo también peco y he pecado. Lo que me duele es que de pronto se olvide que estamos donde estamos porque queremos aprender. Que del hecho que en muchas cocinas del rubro te levanten la voz no significa que debamos seguir exactamente el mismo modelo. Que si quiero ser un buen líder para mi equipo, puedo encontrar muchas cosas malas en un plato pero es también mi deber buscar algo que rescatar. Es mi función motivar e intentar que mi equipo lo intente nuevamente con el doble de ganas. Si mi equipo cae es porque yo estoy haciendo algo mal. No son solo ellos los que fracasan. Yo fracaso aun mas que ellos.



 Y quizás todo esto va mas allá de mi, de cocina... quizás necesitaba expulsarlo porque, si tienen un equipo de personas a su cargo, rescaten siempre lo malo para no repetirlo de nuevo y aun mas lo bueno porque así finalmente se motiva el alma. Y no estoy pidiendo a un líder que esté con los pompones cual cheerleader, sino que busque la forma de sacar lo mejor de las personas que tienen a su cargo. Porque en esta vida de eterno aprendizaje, el profesor siempre sigue siendo alumno. Todos finalmente lo somos. Y siempre necesitaremos de ese alguien que sepa algo mas que nosotros y que este dispuesto a enseñarnos. Una, dos, tres veces, las que sean necesarias hasta que aprendamos eso. Un profesor, padres, un maestro, un guía con la conciencia que él esta en el mismo camino, solo que un poco mas adelante. Favorecer el diálogo, potenciar las habilidades, no agrandar los defectos. Generar confianza. Y a los que tenemos un poco mas de "cuero de chancho" a las palabras fuertes, los invito a cobijar a los que no las tienen para que sigan adelante.

Estoy cansada. Quiero que acabe el semestre. Me sigo impulsando, aun a fuerza de probar nuevas recetas en casa bailando sola en la cocina, de investigar, de escribir y tomar fotos de comida. Porque todo parte por uno, no? Queda camino por delante.

Los quiero!

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