lunes, 13 de enero de 2014

Días 13, 14, 15, 16, 17 y 18.

Bebiendo un café helado cuando aca ya es de noche con frío intenso. En estos días lo he pasado bien!!!
Confieso abiertamente que al fin creo que me estoy aclimatando. Qué he preparado? Sorbetes, helados, pasteles y otras cosillas. Me he levantado toda la semana a las 06:20 para estar diez para las siete prendiendo el horno de la cocina. Pongo un playlist de jazz con mi mini parlante y al rato vuela un aroma a café envolvente en el aire. No les he comentado que en el hotel hay muchos del personal que son extranjeros; muchos cubanos con su chispa loca que prende la mañana con ese no sé qué alegre medio mojito, una chica rumana que me a enseñado sobre el tiempo acá y creo que hay venezolanos también dando vueltas. Los catalanes son unos loquillos que me sacan carcajadas siempre con el elogio a flor de labios! Es que parece que tomaran cursos para sonrojar mujeres!!! Y tienen ese acento encandilante que me quedo entre colores cuando sacan esas frases dignas de un manual para conquistar mujeres. Una seguridad en si mismos que resulta avasalladora.

No he salido mucho porque en el pueblito no hay mucho que hacer (y aunque salga a las 17:00 de mi turno no alcanzo a ir y volver en bus a ninguna parte jiji) pero en el hotel no se pasa nada de  mal. Aprovecho de dormir una siestecita después de la cena y leer antes de que caiga el sol. El martes pasado tuvimos "fiesta" (así le dicen aca al día libre y lo encuentro genial!) y salimos a recorrer mas hacia el lado de la costa, exactamente a Castelló d'Empuries donde encontré una tiendita de espadas que me siguen quitando el sueño. Tuvimos que esperar casi cuatro horas para que abrieran la basílica y creo que el cura que intercepté en la calle cuando casi mi trasero adoptaba la forma de escalera, se apiadó del par de chilenas que por taaaantas horas esperaban por ingresar. De hecho ese día no abrirían asi que fue un pequeño regalo de San-guchito. Por dentro la Basílica de Santa María simplemente, maravillosa. Helada como un refrigerador nuevo pero deslumbrante.
 A medida que caminaba con mis pasos resonando en su acústica de gran bóveda, iba escuchando mejor los cantos gregorianos y quise que mi familia y amigos estuvieran ahí, conmigo. No soy de las que van a la iglesi todos los domingos sin embargo me acuerdo del de Arriba mas de una vez al día. Ahí, en ese esplendor de monumento para Èl, me sentí pequeña. Pequeña y con una paz que hasta ese entonces acá no había vivido en España. Esa paz de cuando todo comienza a tener sentido y las piezas se van puliendo para calzar a la perfección. Por eso  y otras cosas, decidí prender una vela por todos los que extraño y estan lejos... O yo estoy lejos con ansias de tenerlos muy cerca. De poder volver del trabajo y contarles las cosas que hice durante el día o las idioteces que hacía uno de los camareros para que me matase de la risa mientras ponía los pasteles de hoja recién sacados del horno en una bandeja.
 Prendiendo la vela pensé en cuanto amor puede contener una persona y cuanto más da, más genera porque todo lo que se da se devuelve magnificado. Recuerdo que me senté en una de las bancas de la primera fila admirando lo que quizás cuantos hombres construyeron sin la técnología de punta y, aunque no sé sus nombres, su obra trascendió en el tiempo y ahora yo, pequeña insecto, la admiraba a ojos llenos. ¿Estaremos todos destinados a dejar una huella? Será posible que cada alma deje una impresión en este mundo?

 Y los vitrales iluminados parecían distraer la mirada hacia los colores...

 Me pregunto cuál es mi huella.  Han pasado unos días y la pregunta no abandona mi cabeza.   Debe ser que ahora sin televisión y sin internet a toda hora esta pregunta me sigue persiguendo como sombra...he plantado árboles, ya escribí un libro y bueno, lo del hijo no aun pero nada de eso parece dejar una huella muy grande. Recuerdo una clase de filosofía en el colegio donde mi profesor nos explicaba que el hombre siempre busca trascender; que su vida sea recordada por las generaciones futuras (mis ideas estan un tanto frenéticas mientras escribo asi que paciencia!) y justo da la coincidencia que el libro que leo por las noches de Leyendas de los Otori, trata un tema similar en una perspectiva mas estrecha en cuanto a que, tus hijos mantendrán tu espíritu vivo porque ellos rezarán por ti y de alguna manera con ello, por el solo hecho de ser recordado, ya trasciendes. Yo aun no tengo uno que rece por mi cuando parta al otro lado y aun no creo haber hecho nada que deje una buena huella en esta esfera. Entonces yo alcé la vista a la cúpula de la basílica con este remolino de ideas galopantes pensando en mi espíritu inquieto que extraña montañas a los de su sangre y a los que, sin serlo, es como que lo fueran.   Tal vez no todos los hombres podamos trascender. Tal vez y con suerte, esta vida loca nos permita simplemente ser. Ser mas nosotros y menos de lo que se espera de nosotros. Ser mas felices en nuestro camino que se cruza con tantos otros... O tal vez, si lo miro de otro ángulo,  la idea de trascender pueda ser interpretado como ser recordados por otras almas que te añoran con la misma intensidad... Si fuera desde esa perspectiva, todo ser humano trasciende al menos en espíritu por el solo hecho de ser extrañado- ya que no a todos se nos a regalado el don de construir grandes obras, pintar bellos cuadros, o realizar grandes descubrimientos que sean un aporte para humanidad- Dicho sea de paso, dibujo igual que un niño de kinder, no sé ni tornear bien una zanahoria como para poder construir algo y definitivamente dudo descubrir la cura contra el sida... La única posibilidad de ello sería que por accidente la cura fuera un extraño azar en la cocina.

 Pequeña, simple insecto llena de interrogantes en el otro lado del charco.

Tal vez España me esta volviendo mas loca por pensar en este tipo de cosas... Me debería estar partiendo el craneo sobre qué hacer en mi próximo día libre en vez de pensar en todo esto, no?   Pese a todo mi revoltijo de ideas y de mis mañanas de carreras, desde el  día de la vela que me siento con una enorme paz adentro. No sé si San-guchito en la basílica me dio un regalo o siempre estuvo ahí y yo, vil pajarona, no lo había sentido con todo esto del viaje, pega nueva y mi no-cama catalana. Desde ese día que rio mas con los chistes del camarero que olvida mi nombre y grita "Chilenaaa!!!" cada vez que tiene un pedido o cuando escucho cantar desafinado pero con todo el corazón a uno de los chicos en la cocina. Las piezas comienzan a encajar lentamente y probablemente con ello aun no logre trascender pero creo que poco a poco, a paso de insecto tambaleante, también aquí estoy logrando ser.

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