martes, 26 de agosto de 2014

¡Bienvenidos a la Freidora del Séptimo Semestre!

Me estaba congelando. ¡Literalmente! No sé por qué esa sala es tan absurdamente helada que me sentía dentro de un abatidor temblando como gelatina, intentando poner atención mientras me castañeteaban los dientes ininterrumpidamente. No es broma, los que me conocen saben qué sucede cuando dejo de sentir los deditos de mis pies. Había exprimido mi vaso de café con marca de labial rojo furioso hasta el infinito y mas allá y trataba de hacer mi mejor esfuerzo de captar qué necesitaba para instalar una cocina de campaña. Si señoras y señores, cocinas de campañas. Esas enormes carpas o tiendas que aparecen en eventos al aire libre bajo las cuales trabajan un lío de personas bajo un sol abrasador de 32 grados -que adentro seguramente oscila en 40 grados entre hornos y planchas- con algunos insectos de por medio; la maravilla de trabajar en un ambiente natural tienen sus pros y contras! Entonces estaba yo, cual cubo de hielo, viendo si lo que había escrito a ciegas como ejercicio hace un rato atrás coincidía en algo con lo que los profesores mencionaban en clases. Y estaba en eso cuando mi amigo imaginario malvado me susurra malignamente "¿Y cuándo te pasaron qué debía tener una cocina de campaña?"

Hice memoria.
Nunca. 

Tampoco he trabajado en una cocina al aire libre y por poco me dejo llevar por ese impulso malévolo de replicar lo que seguramente varios estábamos pensando pero me quedé callada estirando las mangas de mi chaleco hasta cubrir toda mi mano. Ya he aprendido que donde manda capitán, no manda marinero y que también, calladita me veo mas bonita. Si no lo sé deberé buscarlo por mi cuenta. Así funciona el equilibrio del mundo del adulto. ¿No sabe? Busque. Y no alegue que ahora todo está a un click de distancia.
Nota mental: Averiguar sobre cocinas de campaña. Buscar bosquejos de disposición de equipos y, solo por si se ponen mas quisquillosos, cotizaciones de arriendos.

 Si el semestre pasado en taller de cocina temática sufrí bastante (ya sé con qué palabra puedo definir ese taller: Angustia!) ahora, cuando nos explicaban qué se venía en séptimo semestre, pues siento honestamente que el barco va medio a la deriva. Como que veo venir el iceberg!!! -no ahondaré en el tema escabroso amoroso jajaja!-  Ahora somos nosotros quienes debemos dar la clase y guiar a nuestros compañeros como si fuéramos profesores. Hasta ahí todo bien ¿no? Si, claro que me encanta dar clases ¡pero de temas que me gusten!

Por ejemplo, los moluscos, crustáceos y todos esos animalitos del mar y yo no nos llevamos bien.
De hecho mientras mas lejos este de unos erizos o choritos tanto mejor para mi! Y para ellos porque tienen altas probabilidades de correr la suerte del salmón en España: ser revividos con mi super poder de resucitación para volver a matarlos a estocada poco asertivas. Y en mi profundo congelamiento hasta pensé en partir al terminal pesquero un día...dos días, no sé y ofrecerme a trabajar gratis hasta que lo pueda hacer con los ojos cerrados. Supongo que no me quitará la bronca que le tengo a la mayoría de los seres vivos del mundo marino pero puedo aprender a manipularlos mejor... al final es todo cosa de práctica, o no?

Repetir una y mil veces la misma acción hasta que sale perfecta.

Son en esos momentos en que soy mas consciente de mi vulnerabilidad. De todo lo que me falta por saber. 
Hacer clases de algo que no sé al dedillo es como la fórmula perfecta para cinco horas de tortura extrema en clases con un profesor que seguramente no estará muy feliz conmigo y un rotundo y bien merecido dos de nota. No creo que me felicite porque los bivalvos piden ayuda a gritos histéricos cuando me ven cerca con un cuchillo ¿Cierto?... Mmmmm... bivalvos cobardes!
Si todo sale bien me tocará la clase de carnes pero de venado y avestruz sé lo mismo que de arameo...  Y ese déficit no lo podré arreglar en el terminal pesquero. A meter la nariz en la biblioteca y ser la piedra en el zapato de cuanto profesor tenga a la redonda!

En los demás ramos del semestre si soy honesta, voy con las antenas paradísimas a clases. Si, estudiemos gastronomía con administración...claro que no es muy complicado... matemáticas básicas...

¿Básicas?! Me viste la cara o qué?!!! Mentir así tan descaradamente a alguien debería estar penado por la ley!

Nuevamente con la calculadora en la mochila. Hace unos días en Evaluación de Proyectos sentí que el profesor se dio vuelta hacia la pizarra y en vez de un plumón súbitamente tenia un martillo y un cincel y hacia lindas figuritas en la roca-pizarra. Mala suerte mía (iba a ser de otra!) que la mayoría del curso son repitentes y ya vieron Estadísticas y les habla en un idioma que todos parecen entender menos yo. Y como sucede conmigo cuando me pongo nerviosa, me empecé a reír. Maldita reacción que tengo pero al principio - y en mi defensa- fue bajito y ya luego eran carcajadas! En algún momento el profesor pregunta a la clase si había alguna pregunta y estuve tentadísima a responder "Si profesor, desde el título en adelante no entendí pelotas!" Me mordí la lengua y, tratando de contener mi risa, le tuve que pedir que me descifrara todos esos garabatos ininteligibles (según mi parecer porque estoy segura que era la única con orejas de burro ante sus fórmulas) porque, y le expliqué,  recién estaba cursando Estadísticas. Ya luego con la aplicación de esos mamarrachos en un ejercicio logré entender mas menos.

Y nuevamente le pregunto al de Arriba por qué no me dio el gen matemático.

No sé por qué estoy contándoles de ésto si yo quería hablar de unos maravillosos lugares y platos que había visto en Pinterest cuando llegué del gym. Hasta les iba a mencionar que quería viajar a Madagascar... todo a raíz de pinterest y los pingüinos maliciosos y bueno, después salto, salto y encontré un paraíso babeante de fotografías que me dejaron verde por ir. En fin, para los que ya llevan tiempo leyéndome: Bienvenidos a mi séptimo semestre!!!





1 comentario: